domingo, 9 de agosto de 2015

Sexo Terror y Sangre - 1

S.T.S

Capítulo I
Hace diez años la tierra fue azotada por una pandemia. Los doctores denominaron a esta como la bacteria “Rumo” Gracias a Héctor Rumo, un hombre que pretendía ayudar a la erradicación de las enfermedades más comunes sobre la tierra como la gripe. Al intentar ayudar, creo un compuesto químico que reanimaba biológicamente el organismo después de muerto, pero no reanimaba el conocimiento de la persona. Solo despertaba una cascara humana. Solo despertaba un animal hambriento.

La pandemia se esparció sobre el mundo, a pesar de los esfuerzos de la SGH (Sociedad Gubernamental Humana) por poner en cuarentena a países enteros, ejércitos que cometían genocidios a diestra y siniestra. Bombas que arrasaban una ciudad como Nueva York en segundos.
Es en ese momento donde aparezco yo. Mi nombre es  Ritsu. Soy un soldado de la armada japonesa. Tengo casi 39 años, eso creo. Cuando todo esto inicio tenía 28 años. Y antes de que una de esas bestias me asesine vivo, quiero contar mi historia, a pesar de que puede que nadie la lea en años, o tal vez no la lea nadie, nunca.

Era 14 de agosto de 2021, Héctor Rumo decidió que intentaría ayudar a un grupo de científicos en el intento de erradicar esas enfermedades que aparecen por tres o cuatro días y después ni recuerdas que alguna vez la tuviste. El 11 de Noviembre de 2025 Hubo un accidente en el laboratorio. Uno de los animales que utilizaban se escapó. Nadie sobrevivió. O eso parecía. El 16 de Noviembre de ese mismo año cinco soldados, fuimos a investigar la inactividad de los científicos, y llevar a Rumo hacia un tribunal por crímenes que se le habían imputado. En ese escuadrón nos encontrábamos cinco soldados: Sho Ashite, Asagi Nakomo, Ruiza Nakomo, Alicia McDuken y yo, Ritsu Kuramochi.
Al entrar en ese edificio encontramos todo el lugar bañado en sangre, como si hubiera explotado algún científico cada cinco metros. De pronto y de la nada nos dimos cuenta de que todos los científicos estaban vivos, o eso parecía. Ese día hubo una masacre. Solo logre contar 23 científicos, 12 operadores, 4 hombres y mujeres de limpieza y 4 ejecutivos… Y un soldado, Alicia McDuken se quedó atrás para salvarnos la vida y darnos tiempo para cerrar el edifico. Al llegar a las instalaciones de la SGH y dar aviso de la masacre en los laboratorios de Rumo, se decidió enviar a un grupo más grande y menos competente. Todos murieron y la puerta a la infección fue abierta. Una semana después la Bacteria R había arrasado con todo Nishijin y estaba terminando de asesinar a todos en Tokio. Mis hermanos, amigos, soldados y yo salimos todos en una lancha hacia las cosas de Corea del sur, a dar aviso. Al llegar nos dimos cuenta de que no estaban mejor que Japón. Nos alejamos al centro de Europa, donde esperábamos encontrar una solución. Vimos desde el inicio, como, poco a poco el mundo se consumía a sí mismo, por el pánico y el caos.
Pero mi historia no empieza en ese lugar. Empieza dos meses después, después de unirnos a un grupo de sobrevivientes. Aportamos todas las armas que teníamos e ideas de algún lugar bueno para ocultarnos. Allí conocí a un joven, de 18 años, hermoso. De facciones gentiles, tenía el cabello negro, media no más de 1,70, una sonrisa blanca y perfecta de tez morena, no negra, si no,  un poco bronceado. Se llamaba Nathaniel y lo llamábamos de cariño Natán o Natu. Me enamore profundamente de ese chico, siempre era tan  atento, gentil, tierno y siempre feliz, aun estando en lo que él llamaba “Un apocalipsis zombi” y tenía razón, no era más que eso, no era una pandemia, era una apocalipsis zombi.
La historia de verdad empieza cuando empiezo a notar que me enamoro de ese chico. Cuando me veo atrapado. Y por el pánico… creo que les contare desde el principio.
Estábamos en la azote de un edificio banquero en una ciudad pequeña de marruecos. Al noroeste. Estábamos de paso, buscando provisiones y algunos cachivaches que pudieran ayudarnos en el viaje. O antes de que nos maten. En cualquier caso, estábamos Natu, Asagi y yo como el equipo beta. Y Ruiza y Sho como el equipo Alpha. Nos cubrían la espalda y nos proporcionaban una vía de escape en caso de quedar atrapados por los zombis.

Natán fue a el lado sur del edificio, armado con un revolver C50, en busca de armas, Asagi fue en busca de lo mismo al lado oriente con una escopeta, y yo fui a la azotea a buscar alguna manera de cruzar por los tejados al centro comercial que quedaba al lado del edificio. Encontré una ventana abierta, y me cole por ese lugar, parecía que el lugar estaba despejado. Sabía que la invasión en esa zona había iniciado en la madrugada, y que el centro comercial había estado cerrado antes de que los zombis pudieran llegar hasta su interior. Aunque no podía descartar que  se hubieran colado algunos, o que hubiera gente enferma dentro, refugiándose, después de que lo cerraron. En cualquier caso, revise por encima de la zona. Parecía despejado. Y regrese para dar aviso a Natán y a Asagi. Baje las escaleras con todo el sigilo posible, podía haber más de esas cosas rondando por el lugar y ya habíamos eliminado a tres.
Descubrimos entre el equipo y yo algo interesante. Los zombis son  sordos y no muy hábiles ni inteligentes. Pero su olfato es impresionantemente fuerte y su vista detecta ciertos cambios que tienen los zombis. En resumen si te ven y no tienes las características que todos los zombis tienen o si te huelen por muchas características de zombi que tengas, te almuerzan.
En fin. Estaba cerca del lado sur y decidí pasar por Natán. Baje unas largas escaleras hacia el primer piso, llegue hasta una puerta de madera café oscuro, media casi cuatro metros, y era liviana como una puerta normal. Al abrirla rechino e hizo un ruido de los mil demonios. Parecía la segunda guerra mundial en esa habitación. Pensé. Entre en la habitación, y nada más entrar encontré una gran masacre de zombis, tirados en el suelo, la sangre bailaba entre los cuerpos, debajo, encima de ellos. Me gustaría decir que pase con precaución, y que cada zombi que se levantaba era asesinado. Pero mentiría. Me daba terror que ninguno de los que estaban tirados en el suelo no estuviera del todo “muerto” y a la mitad del camino se levantaran por detrás mío. Así que me regrese lentamente hacia la puerta, pero antes de cerrarla escuche a alguien decir mi nombre.
-Ritsu?-Dijo- Espérame!-Grito Natán.
-Ah, apareciste-Vi a Natán acercarse a mí, con una maleta grande y negra, que no tenía cuando llegamos al edificio.- Encontré una manera  de pasar al centro comercial. Se ve segura. Pero no so estoy seguro de nada.
-Perfecto. Vamos a buscar a Asagi.
-Bien. Mientras llegamos, te parece si me cuentas que encontraste? Se ve por la gran mochila que llevas en la espalda que te fue bien.-Pregunte.
-Claro.-Dijo mientras cerraba la rechinante puerta de madera.-Encontré un par de escopetas de los guardias de seguridad, munición, un par de pistolas de calibre 40, y en las manos de un hombre había una Ak74, pero ese no parecía haber muerto por la infección, tenía muchas heridas de bala, pero ninguna mordida, y él también tenía esta mochila, llena de munición de Ak, pistolas y un par de granadas.
-Entonces sugieres que era un pobre imbécil que intento secuestrar el banco para tener dinero y poder conseguir cosas con más facilidad en medio de la peste cuando los guardias lo atacaron y luego la peste llego hasta aquí y mato a todos?
-Qué? No!... Estoy sugiriendo que este idiota se puso a jugar a superman cuando el apocalipsis zombi inicio.
-Eso fue lo que dije. Solo que lo simplificaste demasiado.
-Bueno si tú lo dices. Puedo continuar?-Pregunto.
-Ah. No habías terminado ya?
-También había tres cartuchos de una…
Ah. Que niño tan hermoso. Sinceramente no le ponía mucha atención a lo que decía nunca, y me deleitaba pensando como seria poder besarle esos hermosos labios. Eran normales, No muy gruesos pero no muy finos. Y su lengua siempre era de un rosado intenso. No sé cómo lograba mantenerse tan limpio y arreglado aun en un apocalipsis zombi. En cualquier caso siempre que me preguntaba algo y me había entretenido pensando en besarlo, decía que había hablado demasiado rápido y que su hablado japonés no era muy bueno, así que era fácil para mi sacar excusas para hacerle repetir  lo que me había dicho sin levantar sospechas. Sin embargo, él era demasiado inteligente, y se habrá dado cuenta de que me gustaba días después de mi llegada.
En fin, me voy por las ramas. Seguimos hablando y yo intente con lo más profundo de mí ser, no voltear a mirarlo, porque sabía que si lo hacía empezaría a pensar en cómo sería besar sus labios.
Al llegar al lado oeste encontramos a Asagi saliendo por la puerta. Y parecía de buen humor. Algo muy raro en él. Porque su cara siempre era inexpresiva. Si estaba feliz o triste tenía que avisarle a su rostro, porque ese no sabía que él estaba feliz.
-Han encontrado algo?-Pregunto.
-Yo encontré un camino para pasar al centro comercial.-Dije, orgulloso.
-Y yo encontré un buen arsenal de armas.-Dijo Natán.
-Perfecto. Les avisare a Ruiza y a Sho que nos preparen un plan de huida del centro comercial.
*Beta dos Aquí, me copia Alpha?* Dijo Asagi por la radio. *Aquí Alpha uno, Le copio Beta.*Respondió Sho.
-Déjate de pendejadas Asagi-Dijo Natán- Diles de una vez.
-Está bien… Niño- *Sho, necesito que me ayudes con una vía de escape del centro comercial. Podremos entrar pero no sé si podamos salir por el mismo lugar.* Dijo Asagi.*Esta bien… Que tal las alcantarillas? O aun tienes la puerta trasera, que lleva a las escaleras de incendios. A la azotea del centro comercial.* Respondió Ruiza esta vez. *Está bien. Búscame algo menos ostentoso como las alcantarillas y menos arriesgado como las escaleras de incendio. Si puedes?* *Trabajare en ello. Y te aviso.*
-Vamos?-Pregunto Asagi.
Subimos las escaleras sigilosamente, y abrimos la puerta de la azotea, caminamos unos metros hasta un cable de teléfono. En cualquier otro caso hubiera sido peligroso. Pero para ese entonces las compañías de teléfono, y electricidad habían colapsado, y no quedaba ninguno de ellos para abastecer la ciudad, así que, sin ellos proporcionando electricidad, no podría haber electricidad en los cables.
Cruzamos lentamente el cable que colgaba a siete pisos de altura y tenía unos 40 metros hasta el centro comercial. Después de haber convencido a Natán de que no pasaba nada, ponerle una especie de arnés improvisado con nuestros cinturones y la mochila que había encontrado y haberle dicho que si lo hacía le quitaríamos todas las responsabilidades del campamento durante un mes. Sin lavar ropa. Ir a buscar comida. Hervir el agua y meterlo en los bidones de agua y de más cosas que necesitábamos hacer en el campamento.
Al llegar al otro lado y retirarle el arnés a Natán y bajarlo del cable, dimos media vuelta y miramos hacia adentro del centro comercial. Estaba oscuro, y olía a lavanda y a limpia piso industrial. Bajamos por las escaleras que llevaban a la planta baja, abrimos una puerta de emergencia y entramos en el centro comercial. Estábamos en el primer piso, y pasamos al súper mercado que había en la zona sur, tomamos un cochecito cada uno y metimos las cosas más imprescindibles y alimentos imperecederos y uno que otro capricho. En total llevamos: 12k de sal y azúcar, muchas latas de atún que Natán amaba, carnes, verduras y alguna fruta buena que habíamos encontrado. 40L de agua y 10 de jugos y cosas así para los niños que había en el campamento. Y muchas otras cosas que necesitábamos, las dejamos en la zona de carga y las metimos dentro de unas cajas de madera que encontramos en ese lugar. Regresamos y saqueamos las tiendas de ropa, no teníamos mucha, ya que la mayoría de la gente había tomado las cosas más imprescindibles y se olvidaba del resto, y en medio de un apocalipsis zombi solo tomaban las cosas MUY imprescindibles. Hicimos lo mismo que con la comida, pero esta vez la metimos en bolsas de plástico negras. Regresamos por la tienda de armas, a petición de Asagi, claro que, no fue una total pérdida de tiempo. Encontramos tres cosas interesantes: Dos juegos de Katanas muy bien hechas de acero quirúrgico, un mango de acero inoxidable envuelto en dos capas de tela de muy buena calidad y firmes como la roca. Esas se las llevo Natán. Parecía un niño en navidad. Encontramos un rifle de precisión y ya que no soy muy adepto con los rifles, se lo deje a Asagi., él lo agradeció y seguimos buscando. El tercer objeto y el más importante fue una pipa de agua que yo encontré y me quede. El placer de poder tener una de esas en el fin de la civilización era muy grande. Luego  de saquear y tomar algunos juguetes, no muy grandes, para los niños salimos de ahí. Regresamos a la zona de carga y regresamos a ver que más había por esos lugares. No encontramos nada interesante.
*Sho estás ahí?*-Pregunto Asagi por la radio.
*No*-Respondieron del otro lado.
*Ruiza déjate de juegos y pasa a la zona de carga a recoger todo.*
*Vale*-Respondió. *Ya pasamos*
Cinco minutos después estábamos pasando todas las provisiones al camión. Al terminar nos dimos cuenta de que no habría espacio para nosotros. Nos resignamos a esperar a que regresaran.
Justo cuando Sho y Ruiza estaban retirándose con el camión, Asagi salto hacia la parte de atrás del camión y se subió al techo de este, como gato, se despidió de nosotros con la mano y vimos cómo se tiraba en el techo del camión para no llamar la atención.
Cerramos las puertas y nos pusimos a buscar que había por hacer  ene se lugar, mientras esperábamos el aviso de Ruiza para ir a buscarnos. En eso estábamos cuando nos topamos con un extraño ruido en una de las tiendas. No parecía que algo se hubiese caído, puesto que era persistente, paraba y volvía a empezar.
Subimos al segundo piso, de dónde provenía el ruido. Y vimos a un zombi intentando destrozar una de las tiendas que ya habíamos saqueado.  Natán saco lentamente su nueva y reluciente katana, y de un tajo ZAZ. Se le cayó la cabeza, rodo un par de metros y el cuerpo cayó sobre el suelo de madera. Seguí con la mirada la cabeza del zombi que había acabado de matar Natán, y vi a otro, y luego a otro más, no era uno, no eran dos, eran casi una docena. Agarre a Natán por el brazo y lo arrastre hacia mí. Él también se había dado cuenta. Y al parecer esas cosas nos habían olido. Caminamos lentamente hacia atrás y al llegar a la puerta echamos a correr. Si se dispersaban sería más fácil eliminarlos, pero juntos nos asesinarían antes de que pudiéramos hacer nada.  Pero mientras más corríamos más empezaban a aparecer, de tiendas que ya habíamos registrado antes. Como se nos habían pasado entre tres y nueve zombis que salían de las tiendas? No es como se nos habían pasado. Estábamos pasando por una de las puertas principales y nos dimos cuenta de que estaba rota. Habían entrado. No sé cuándo ni cómo, pero habían entrado, y en la puerta había cerca de veinte. Corrimos pero todas las salidas estaban cerradas o bloqueadas por esas cosas. Se nos ocurrió ir a la azotea, pero había más de esas cosas en la zona y nos habrían almorzado antes de llegar a la azotea.  Regresamos y esas cosas parecían estar ubicándose para taparnos todas las salidas. Al final ya no sabíamos que hacer y baje las escaleras lo más rápido que pude, Natán iba detrás mío a la misma velocidad, entramos en un agujero que llevaba a las alcantarillas. Y antes de que bajáramos se me ocurrió llamar a Ruiza e informarle nuestra posición.
*Ruiza?*
*Que sucede?*
*Tienen que regresar*
*Que Sucede?-Dijo con un tono más preocupado que antes.
*Nos acorralaron. Estamos en las alacantarillas.*
*Ya vamos para allá, manténganse vivos*
Entramos en las alcantarillas y caminamos un par de minutos, hasta un camino sin salida.
-Natán.
-Qué?
-Si no salimos vivos de esta…
-Saldremos de esta. No te preocupes. – Me espeto
-Alguna vez te dije…
-Déjate de pendejadas. No seré tu confesorio. –Me espeto de nuevo.
-Tienes novia?...
-No.
-Porque?
-Porque no me gusta, No quiero tener.
-Y eres virgen. Verdad?
-A qué tanta preguntadera? – Respondió algo exasperado.
-Nada. Pasar el rato…
-Sí, lo soy.
-Ah… Y te gustaría…
-Haber cambiado algo de  mi vida? Haber sido menos antisocial? O haber follado cuanto hubiera querido? No. Viví mi vida así porque no tenía otra alternativa. Sabes yo era el chico que siempre se queda en la parte de atrás del salón de clases. El que no levanta la mano, no por miedo a equivocarme, sino porque detesto que la gente me mire. El día en el que llegue a la universidad y vi que la mitad de mis compañeros se estaba comiendo a la otra mitad me di vuelta y regrese por donde había ido, no por ser malo o por odiarlos. Porque no valía la pena arriesgarme por alguien que no podía mirar más allá de un estereotipo. No regrese porque creían que ser homosexual es una enfermedad, porque creían que si se juntaban conmigo terminarían violados o maquillándose y prostituyéndose. Porque no sabían quién era verdaderamente.
Esbocé una sonrisa en mi rostro, era de felicidad, de saber que tenía oportunidad con ese hermoso niño. Algún impulso me lanzo hacia adelante y lo bese, no sé si se habría sorprendido, pero me correspondió muy rápidamente y de una manera delicada, dejo la catana para poder agarrarme de la cintura y el cuello, pegándome a él. De pronto empezamos a escuchar que una tapa de alcantarilla se abría sobre nosotros. La zona se ilumino y la cara de Asagi salió  entre la luz. También se ilumino una escalera que no habíamos visto antes, gracias a la oscuridad y a la tenue luz de un fosforo.
-Salgan de ahí! Rápido.-Dijo Asagi. Natán agarro la katana y subió por la escalera, y yo le seguí.

Ya habíamos llegado al campamento, era tarde, el sol se estaba escondiendo y teníamos hambre. Bajamos del camión y descargamos las provisiones que habíamos encontrado. Repartimos los pocos juguetes que habíamos conseguido, la ropa que robamos y la comida la dejamos bajo una tela impermeable que habíamos conseguido días atrás. Encendimos el fuego antes de que anocheciera por completo y sacamos algo de comida decente. Por fin. Una buena cena en semanas.

En el campamento encontramos a los chicos y a algunos de los padres, los que estaban vivos. Entre que ellos preparaban la comida y nosotros desempacábamos  y alistábamos todo para que  aguantara cualquier lluvia. Un rato después de haber terminado fui a ponerme ropa más cómoda para estar en el campamento, y que inspirara menos  autoridad que mi traje de militar Japonés. Me puse un pantalón corto y una camisa blanca, y obviamente una pistola automática en la cintura.
Estaba ayudando a levantar un par de cajas, para llevarlas al campamento, cuando sentí que me apretaban el tarsero. Estaba levantando una caja así que mi movilidad estaba muy reducida, y al girar la cabeza no vía a nadie, pero al girarme de nuevo hacia adelante apareció Natán de golpe.
-Hola.-Dijo entusiasmado.
-Hola.-Respondí con una sonrisa.-Como estas?
-Yo? Bien, y tú?-Pregunto.
-Bien, Gracias. Eh… Sucede algo?
-No, nada. Solo quería hablar contigo.
-Sobre qué?-Dije mientras dejaba la caja en el suelo.
-De nada en específico. Solo, hablar.
-Aun así necesitas un tema.
-Ah. Claro, y que te parece este?- Se acercó a mí y me beso, yo le devolví el beso, suave y dulce.
-Ah. Claro, ese.-Carraspee-Que quieres que te diga?
-Puedes empezar por: porque lo hiciste?
-Ah. Bueno… fue…
-Ah. Bueno. Fue? No sé si son delirios míos, pero estabas esperando desde que me conociste para hacer eso. Verdad?
-Si.-Dije agachando la cabeza.
-Ah claro. Y puedo saber porque no me lo dijiste?
-Eres un niño y no me pareció…
-Ah y ahora soy un niño?
-Si lo eres…
-En el centro comercial me llamaste “Soldado” más de una vez.
-Es solo en las…
-En las alcantarillas también lo era? O en ese momento besaste a un soldado? Haces eso con todos los soldados? Es como un rito de iniciación de la milicia?-Me bombardeo con preguntas muy bien formuladas, tal vez demasiado bien formuladas, tan bien formuladas que delataban que las había pensado durante horas. O que era demasiado inteligente y preguntaba tan rápido como su cabeza estructuraba las preguntas.- Y de casualidad el hecho de que me besaras no tendrá nada que ver con lo que te dije? O solo lo hiciste para consolarme? Que estarías dispuesto a hacer para consolarme? Si hubieras tenido más tiempo hubieras intentado tener sexo conmigo?-sus preguntas pasaban del beso a lo que pudo haber pasado después de eso.- Y si yo sintiera algo por ti? No se te ocurrió que podría complicarnos todo?-El pánico empezó a invadirme.- O tal vez quieres hacerlo de nuevo?-Explote.
-¡SI! Me gustaría hacerlo de nuevo, y mil veces más de ser necesario!
-Porque?
-Porque desde que te vi quise hacerlo. Porque me gusta como hablas. Me gusta que te acobardes cuando tienes que estar colgado a una altura muy grande. Porque me gusta cómo eres. Porque no me gustas, me encantas.- Se paró frente a mí, a menos de diez centímetros de mí. Serio. Y me beso. Pero no como lo había hecho antes, dulce y suave, lo hizo con delicadeza, como con miedo de tocarme demasiado fuerte, o de romperme. Puso sus  brazos alrededor de mi cintura. En ese momento me pasaron por la mente demasiadas cosas, como que dormíamos en la misma tienda, y el dispondría de mi todas las noches, o que él era el más rápido, ligero y hábil del campamento, y por eso iba con nosotros a todas las misiones de reconocimiento y recolección de provisiones. Pensé en la cantidad de incordios e incomodidades que tendría al iniciar una relación con él en medio del fin del mundo. Pero, también pensé en que me valdría tres kilos de nada, el hecho de tenerlo junto a mí y de que fuera mío valía más que cualquier incomodidad e incordio que pudiera traerme.
-Ritsu necesito…
Natán se despegó de mis labios de golpe, limpiándose mi saliva. Era Sho.
-Eh… disculpen, te digo después.
-No, ya terminamos aquí.- Le hice un ademan a Natán para que se fuera y el obedeció.
-Eh, necesito que me des las cajas que te pedí que me trajeras hace diez minutos… pero veo que no necesitas ayuda…-Dijo con una sonrisa burlona en la cara.
-No les vallas a contar a los demás.-Le suplique.
-No lo hare.-Dijo poniéndose serio.-pero debes tener cuidado. El aún es un niño, y ese es un juego peligroso.
-Le dije lo mismo y no se comportó como un niño.
-Todos podemos comportarnos con más madurez de la que tenemos. Pero eso no significa que la tengamos.
-Tendré cuidado.
-Y ahora, deja de entretenerte señor pedófilo y ayúdame con las cajas que te pedí.
-Increíble. Un cabo espetando a su superior.
-Estamos en medio de una peste Ritsu. Ya no eres mi superior. Nuestro ejército se disolvió y murió. Lo único que queda del ejército Japonés está en nuestras memorias… Señor.
-Uy que cabo tan llorón.
-Es mejor que no inicies algo que no puedes terminar, yo tengo más con que molestarte que tú a mí.
-Ok, ok… tu ganas…
Llegue a la fogata del campamento con las cajas que me había pedido Sho, las deje a un lado de la fogata y me iba a sentar, cuando me di cuenta de algo: todos estaban sentados y el único espacio que había estaba entre Sho y Natán. Natán comía una manzana verde, con una sonrisa infantil en su cara, y Sho estaba sacándole punta a un palo con su cuchillo, conteniendo la risa lo más que podía, aunque se le notaba demasiado.
-Que gracioso eres, Sho…
-Lo se.-Respondió Sho
-Yo se lo pedí.-Dijo Natán.
-Ah claro. Debí suponerlo-Dije esbozando una sonrisa, y me senté junto a Natán.
-Mañana salimos de aquí gente, pasaremos por una de las gasolineras de las afueras de la ciudad a recoger algo de gasolina y  nos iremos a otro lugar.-Dijo Asagi, Siempre tan serio e inexpresivo.
-A donde nos vamos Asu?-pregunto una de las niñas más pequeñas, le llamaba Asu de cariño, y extrañamente con ella era con la única con la que se expresaba con libertad. Con ella y con Ruiza, pero más con la niña.
- Aun no lo sé Lara, Mañana en la mañana veremos en el mapa  que lugar se ve prometedor.
-Podemos ir a DisneyWorld? –Dijo la niña.
-DisneyWorld queda al otro del océano, tal vez podamos ir pero en otro momento.
-Lo prometes, Asu?
-Lo prometo.-
-No quiero arruinar tu promesa, pero Estados unidos fue uno de los lugares más afectados por el apocalipsis zombi, y no quiero suponer que el parque fue atacado de día, eso supondría que está lleno de zombis, dentro y fuera de las atracciones.-Observo Natán.
-Tiene algo de razón.-Dije.
-Entonces me asegurare de matarlos a todos antes de que ella entre. Fin de la discusión.
-Bueno, Me voy a dormir señor gruñón. Mañana tenemos un día largo, sugiero que hagan lo mismo.-Dije.
-Pienso lo mismo.-Dijo Natán levantándose.
Yo entre en la tienda y me empecé a desvestir, para ponerme algo más cómodo para dormir. Me desnude y luego me puse un calzoncillo largo y holgado, me iba aponer una camisa negra cuando escuche a Natán.
-Quédate así.-Dijo. Me gire y lo vi. Estaba sentado con las piernas cruzadas. No sabía cómo había entrado sin hacer ruido. Él se había ido a hacer sus necesidades antes de dormir y yo me había ido a la tienda a cambiarme, y antes de desnudarme, había cerrado la puerta, para que nadie me viese desnudo.
-Cómo?-Pregunte.
-No te pongas eso.-Respondió.
-Porque?
-Solo no te lo pongas. Me gusta así.
-Pero hace una semana dijiste que no te gustaba que durmiera sin camisa.
-Lo dije porque, Si no te ponías camisa no podría dejar de verte.
-Entonces. No te molesta?
-No. Me encanta verte así.
-Porque?
-Me gusta tu pecho.-Dijo acercándose a mí a gatas.
-Y que te gusta del?
-Me gusta que es fuerte, y esa capa tan ligera de vello, pareces un adolecente. Desarrollándote.-Llego hasta mí y empezó a besarme el pecho, Subiendo por mis hombros y mi cuello y deteniéndose en mi boca. Me abrazo de la misma manera que lo había hecho antes. Al ver que yo no hacía nada, agarro mis manos y las puso donde iniciaba su camisa y levanto las manos.
-Me lastime la espalda en las alcantarillas. Me ayudas a ponerme algo más cómodo?-Dijo con una mirada angelical.

-No.-Dije. Y apague la lámpara. Le quite la camisa y deje que se callera en el suelo lentamente, mientras lo besaba. Le quite el pantalón, dejándolo solo con su ropa interior. Me puse sobre él y lo bese… 

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