S.T.S
Capítulo I
Hace diez años la tierra
fue azotada por una pandemia. Los doctores denominaron a esta como la bacteria “Rumo”
Gracias a Héctor Rumo, un hombre que pretendía ayudar a la erradicación de las
enfermedades más comunes sobre la tierra como la gripe. Al intentar ayudar,
creo un compuesto químico que reanimaba biológicamente el organismo después de
muerto, pero no reanimaba el conocimiento de la persona. Solo despertaba una
cascara humana. Solo despertaba un animal hambriento.
La pandemia se esparció
sobre el mundo, a pesar de los esfuerzos de la SGH (Sociedad Gubernamental
Humana) por poner en cuarentena a países enteros, ejércitos que cometían
genocidios a diestra y siniestra. Bombas que arrasaban una ciudad como Nueva York
en segundos.
Es en ese momento donde
aparezco yo. Mi nombre es Ritsu. Soy un soldado de la armada japonesa.
Tengo casi 39 años, eso creo. Cuando todo esto inicio tenía 28 años. Y antes de
que una de esas bestias me asesine vivo, quiero contar mi historia, a pesar de
que puede que nadie la lea en años, o tal vez no la lea nadie, nunca.
Era 14 de agosto de
2021, Héctor Rumo decidió que intentaría ayudar a un grupo de científicos en el
intento de erradicar esas enfermedades que aparecen por tres o cuatro días y
después ni recuerdas que alguna vez la tuviste. El 11 de Noviembre de 2025 Hubo
un accidente en el laboratorio. Uno de los animales que utilizaban se escapó.
Nadie sobrevivió. O eso parecía. El 16 de Noviembre de ese mismo año cinco soldados,
fuimos a investigar la inactividad de los científicos, y llevar a Rumo hacia un
tribunal por crímenes que se le habían imputado. En ese escuadrón nos
encontrábamos cinco soldados: Sho Ashite, Asagi Nakomo, Ruiza Nakomo, Alicia
McDuken y yo, Ritsu Kuramochi.
Al entrar en ese
edificio encontramos todo el lugar bañado en sangre, como si hubiera explotado
algún científico cada cinco metros. De pronto y de la nada nos dimos cuenta de
que todos los científicos estaban vivos, o eso parecía. Ese día hubo una masacre.
Solo logre contar 23 científicos, 12 operadores, 4 hombres y mujeres de
limpieza y 4 ejecutivos… Y un soldado, Alicia McDuken se quedó atrás para
salvarnos la vida y darnos tiempo para cerrar el edifico. Al llegar a las
instalaciones de la SGH y dar aviso de la masacre en los laboratorios de Rumo,
se decidió enviar a un grupo más grande y menos competente. Todos murieron y la
puerta a la infección fue abierta. Una semana después la Bacteria R había
arrasado con todo Nishijin y estaba terminando de asesinar a todos en Tokio.
Mis hermanos, amigos, soldados y yo salimos todos en una lancha hacia las cosas
de Corea del sur, a dar aviso. Al llegar nos dimos cuenta de que no estaban mejor
que Japón. Nos alejamos al centro de Europa, donde esperábamos encontrar una
solución. Vimos desde el inicio, como, poco a poco el mundo se consumía a sí
mismo, por el pánico y el caos.
Pero mi historia no
empieza en ese lugar. Empieza dos meses después, después de unirnos a un grupo
de sobrevivientes. Aportamos todas las armas que teníamos e ideas de algún
lugar bueno para ocultarnos. Allí conocí a un joven, de 18 años, hermoso. De
facciones gentiles, tenía el cabello negro, media no más de 1,70, una sonrisa
blanca y perfecta de tez morena, no negra, si no, un poco bronceado. Se
llamaba Nathaniel y lo llamábamos de cariño Natán o Natu. Me enamore
profundamente de ese chico, siempre era tan atento, gentil, tierno y
siempre feliz, aun estando en lo que él llamaba “Un apocalipsis zombi” y tenía
razón, no era más que eso, no era una pandemia, era una apocalipsis zombi.
La historia de verdad
empieza cuando empiezo a notar que me enamoro de ese chico. Cuando me veo
atrapado. Y por el pánico… creo que les contare desde el principio.
Estábamos en la azote de
un edificio banquero en una ciudad pequeña de marruecos. Al noroeste. Estábamos
de paso, buscando provisiones y algunos cachivaches que pudieran ayudarnos en
el viaje. O antes de que nos maten. En cualquier caso, estábamos Natu, Asagi y
yo como el equipo beta. Y Ruiza y Sho como el equipo Alpha. Nos cubrían la
espalda y nos proporcionaban una vía de escape en caso de quedar atrapados por
los zombis.
Natán fue a el lado sur
del edificio, armado con un revolver C50, en busca de armas, Asagi fue en busca
de lo mismo al lado oriente con una escopeta, y yo fui a la azotea a buscar
alguna manera de cruzar por los tejados al centro comercial que quedaba al lado
del edificio. Encontré una ventana abierta, y me cole por ese lugar, parecía
que el lugar estaba despejado. Sabía que la invasión en esa zona había iniciado
en la madrugada, y que el centro comercial había estado cerrado antes de que
los zombis pudieran llegar hasta su interior. Aunque no podía descartar
que se hubieran colado algunos, o que hubiera gente enferma dentro, refugiándose,
después de que lo cerraron. En cualquier caso, revise por encima de la zona.
Parecía despejado. Y regrese para dar aviso a Natán y a Asagi. Baje las
escaleras con todo el sigilo posible, podía haber más de esas cosas rondando
por el lugar y ya habíamos eliminado a tres.
Descubrimos entre el
equipo y yo algo interesante. Los zombis son sordos y no muy hábiles ni
inteligentes. Pero su olfato es impresionantemente fuerte y su vista detecta
ciertos cambios que tienen los zombis. En resumen si te ven y no tienes las
características que todos los zombis tienen o si te huelen por muchas
características de zombi que tengas, te almuerzan.
En fin. Estaba cerca del
lado sur y decidí pasar por Natán. Baje unas largas escaleras hacia el primer
piso, llegue hasta una puerta de madera café oscuro, media casi cuatro metros,
y era liviana como una puerta normal. Al abrirla rechino e hizo un ruido de los
mil demonios. Parecía la segunda guerra mundial en esa habitación. Pensé. Entre
en la habitación, y nada más entrar encontré una gran masacre de zombis,
tirados en el suelo, la sangre bailaba entre los cuerpos, debajo, encima de
ellos. Me gustaría decir que pase con precaución, y que cada zombi que se
levantaba era asesinado. Pero mentiría. Me daba terror que ninguno de los que
estaban tirados en el suelo no estuviera del todo “muerto” y a la mitad del
camino se levantaran por detrás mío. Así que me regrese lentamente hacia la
puerta, pero antes de cerrarla escuche a alguien decir mi nombre.
-Ritsu?-Dijo-
Espérame!-Grito Natán.
-Ah, apareciste-Vi a
Natán acercarse a mí, con una maleta grande y negra, que no tenía cuando
llegamos al edificio.- Encontré una manera de pasar al centro comercial.
Se ve segura. Pero no so estoy seguro de nada.
-Perfecto. Vamos a
buscar a Asagi.
-Bien. Mientras
llegamos, te parece si me cuentas que encontraste? Se ve por la gran mochila
que llevas en la espalda que te fue bien.-Pregunte.
-Claro.-Dijo mientras
cerraba la rechinante puerta de madera.-Encontré un par de escopetas de los
guardias de seguridad, munición, un par de pistolas de calibre 40, y en las
manos de un hombre había una Ak74, pero ese no parecía haber muerto por la
infección, tenía muchas heridas de bala, pero ninguna mordida, y él también tenía
esta mochila, llena de munición de Ak, pistolas y un par de granadas.
-Entonces sugieres que
era un pobre imbécil que intento secuestrar el banco para tener dinero y poder
conseguir cosas con más facilidad en medio de la peste cuando los guardias lo
atacaron y luego la peste llego hasta aquí y mato a todos?
-Qué? No!... Estoy
sugiriendo que este idiota se puso a jugar a superman cuando el apocalipsis
zombi inicio.
-Eso fue lo que dije.
Solo que lo simplificaste demasiado.
-Bueno si tú lo dices.
Puedo continuar?-Pregunto.
-Ah. No habías terminado
ya?
-También había tres
cartuchos de una…
Ah. Que niño tan
hermoso. Sinceramente no le ponía mucha atención a lo que decía nunca, y me
deleitaba pensando como seria poder besarle esos hermosos labios. Eran
normales, No muy gruesos pero no muy finos. Y su lengua siempre era de un
rosado intenso. No sé cómo lograba mantenerse tan limpio y arreglado aun en un
apocalipsis zombi. En cualquier caso siempre que me preguntaba algo y me había
entretenido pensando en besarlo, decía que había hablado demasiado rápido y que
su hablado japonés no era muy bueno, así que era fácil para mi sacar excusas
para hacerle repetir lo que me había dicho sin levantar sospechas. Sin
embargo, él era demasiado inteligente, y se habrá dado cuenta de que me gustaba
días después de mi llegada.
En fin, me voy por las
ramas. Seguimos hablando y yo intente con lo más profundo de mí ser, no voltear
a mirarlo, porque sabía que si lo hacía empezaría a pensar en cómo sería besar
sus labios.
Al llegar al lado oeste
encontramos a Asagi saliendo por la puerta. Y parecía de buen humor. Algo muy
raro en él. Porque su cara siempre era inexpresiva. Si estaba feliz o triste tenía
que avisarle a su rostro, porque ese no sabía que él estaba feliz.
-Han encontrado
algo?-Pregunto.
-Yo encontré un camino
para pasar al centro comercial.-Dije, orgulloso.
-Y yo encontré un buen
arsenal de armas.-Dijo Natán.
-Perfecto. Les avisare a
Ruiza y a Sho que nos preparen un plan de huida del centro comercial.
*Beta dos Aquí, me copia
Alpha?* Dijo Asagi por la radio. *Aquí Alpha uno, Le copio Beta.*Respondió Sho.
-Déjate de pendejadas
Asagi-Dijo Natán- Diles de una vez.
-Está bien… Niño- *Sho,
necesito que me ayudes con una vía de escape del centro comercial. Podremos
entrar pero no sé si podamos salir por el mismo lugar.* Dijo Asagi.*Esta bien…
Que tal las alcantarillas? O aun tienes la puerta trasera, que lleva a las
escaleras de incendios. A la azotea del centro comercial.* Respondió Ruiza esta
vez. *Está bien. Búscame algo menos ostentoso como las alcantarillas y menos
arriesgado como las escaleras de incendio. Si puedes?* *Trabajare en ello. Y te
aviso.*
-Vamos?-Pregunto Asagi.
Subimos las escaleras
sigilosamente, y abrimos la puerta de la azotea, caminamos unos metros hasta un
cable de teléfono. En cualquier otro caso hubiera sido peligroso. Pero para ese
entonces las compañías de teléfono, y electricidad habían colapsado, y no
quedaba ninguno de ellos para abastecer la ciudad, así que, sin ellos
proporcionando electricidad, no podría haber electricidad en los cables.
Cruzamos lentamente el
cable que colgaba a siete pisos de altura y tenía unos 40 metros hasta el
centro comercial. Después de haber convencido a Natán de que no pasaba nada,
ponerle una especie de arnés improvisado con nuestros cinturones y la mochila
que había encontrado y haberle dicho que si lo hacía le quitaríamos todas las
responsabilidades del campamento durante un mes. Sin lavar ropa. Ir a buscar
comida. Hervir el agua y meterlo en los bidones de agua y de más cosas que
necesitábamos hacer en el campamento.
Al llegar al otro lado y
retirarle el arnés a Natán y bajarlo del cable, dimos media vuelta y miramos
hacia adentro del centro comercial. Estaba oscuro, y olía a lavanda y a limpia piso
industrial. Bajamos por las escaleras que llevaban a la planta baja, abrimos
una puerta de emergencia y entramos en el centro comercial. Estábamos en el
primer piso, y pasamos al súper mercado que había en la zona sur, tomamos un
cochecito cada uno y metimos las cosas más imprescindibles y alimentos
imperecederos y uno que otro capricho. En total llevamos: 12k de sal y azúcar, muchas
latas de atún que Natán amaba, carnes, verduras y alguna fruta buena que
habíamos encontrado. 40L de agua y 10 de jugos y cosas así para los niños que había
en el campamento. Y muchas otras cosas que necesitábamos, las dejamos en la
zona de carga y las metimos dentro de unas cajas de madera que encontramos en
ese lugar. Regresamos y saqueamos las tiendas de ropa, no teníamos mucha, ya
que la mayoría de la gente había tomado las cosas más imprescindibles y se
olvidaba del resto, y en medio de un apocalipsis zombi solo tomaban las cosas
MUY imprescindibles. Hicimos lo mismo que con la comida, pero esta vez la
metimos en bolsas de plástico negras. Regresamos por la tienda de armas, a
petición de Asagi, claro que, no fue una total pérdida de tiempo. Encontramos
tres cosas interesantes: Dos juegos de Katanas muy bien hechas de acero
quirúrgico, un mango de acero inoxidable envuelto en dos capas de tela de muy buena
calidad y firmes como la roca. Esas se las llevo Natán. Parecía un niño en
navidad. Encontramos un rifle de precisión y ya que no soy muy adepto con los
rifles, se lo deje a Asagi., él lo agradeció y seguimos buscando. El tercer
objeto y el más importante fue una pipa de agua que yo encontré y me quede. El
placer de poder tener una de esas en el fin de la civilización era muy grande.
Luego de saquear y tomar algunos juguetes, no muy grandes, para los niños
salimos de ahí. Regresamos a la zona de carga y regresamos a ver que más había
por esos lugares. No encontramos nada interesante.
*Sho estás
ahí?*-Pregunto Asagi por la radio.
*No*-Respondieron del
otro lado.
*Ruiza déjate de juegos
y pasa a la zona de carga a recoger todo.*
*Vale*-Respondió. *Ya
pasamos*
Cinco minutos después
estábamos pasando todas las provisiones al camión. Al terminar nos dimos cuenta
de que no habría espacio para nosotros. Nos resignamos a esperar a que
regresaran.
Justo cuando Sho y Ruiza
estaban retirándose con el camión, Asagi salto hacia la parte de atrás del
camión y se subió al techo de este, como gato, se despidió de nosotros con la
mano y vimos cómo se tiraba en el techo del camión para no llamar la atención.
Cerramos las puertas y
nos pusimos a buscar que había por hacer ene se lugar, mientras
esperábamos el aviso de Ruiza para ir a buscarnos. En eso estábamos cuando nos
topamos con un extraño ruido en una de las tiendas. No parecía que algo se
hubiese caído, puesto que era persistente, paraba y volvía a empezar.
Subimos al segundo piso,
de dónde provenía el ruido. Y vimos a un zombi intentando destrozar una de las
tiendas que ya habíamos saqueado. Natán saco lentamente su nueva y
reluciente katana, y de un tajo ZAZ. Se le cayó la cabeza, rodo un par de
metros y el cuerpo cayó sobre el suelo de madera. Seguí con la mirada la cabeza
del zombi que había acabado de matar Natán, y vi a otro, y luego a otro más, no
era uno, no eran dos, eran casi una docena. Agarre a Natán por el brazo y lo
arrastre hacia mí. Él también se había dado cuenta. Y al parecer esas cosas nos
habían olido. Caminamos lentamente hacia atrás y al llegar a la puerta echamos
a correr. Si se dispersaban sería más fácil eliminarlos, pero juntos nos
asesinarían antes de que pudiéramos hacer nada. Pero mientras más
corríamos más empezaban a aparecer, de tiendas que ya habíamos registrado
antes. Como se nos habían pasado entre tres y nueve zombis que salían de las
tiendas? No es como se nos habían pasado. Estábamos pasando por una de las
puertas principales y nos dimos cuenta de que estaba rota. Habían entrado. No sé
cuándo ni cómo, pero habían entrado, y en la puerta había cerca de veinte.
Corrimos pero todas las salidas estaban cerradas o bloqueadas por esas cosas.
Se nos ocurrió ir a la azotea, pero había más de esas cosas en la zona y nos
habrían almorzado antes de llegar a la azotea. Regresamos y esas cosas
parecían estar ubicándose para taparnos todas las salidas. Al final ya no
sabíamos que hacer y baje las escaleras lo más rápido que pude, Natán iba detrás
mío a la misma velocidad, entramos en un agujero que llevaba a las
alcantarillas. Y antes de que bajáramos se me ocurrió llamar a Ruiza e
informarle nuestra posición.
*Ruiza?*
*Que sucede?*
*Tienen que regresar*
*Que Sucede?-Dijo con un
tono más preocupado que antes.
*Nos acorralaron.
Estamos en las alacantarillas.*
*Ya vamos para allá,
manténganse vivos*
Entramos en las
alcantarillas y caminamos un par de minutos, hasta un camino sin salida.
-Natán.
-Qué?
-Si no salimos vivos de
esta…
-Saldremos de esta. No
te preocupes. – Me espeto
-Alguna vez te dije…
-Déjate de pendejadas.
No seré tu confesorio. –Me espeto de nuevo.
-Tienes novia?...
-No.
-Porque?
-Porque no me gusta, No
quiero tener.
-Y eres virgen. Verdad?
-A qué tanta preguntadera?
– Respondió algo exasperado.
-Nada. Pasar el rato…
-Sí, lo soy.
-Ah… Y te gustaría…
-Haber cambiado algo
de mi vida? Haber sido menos antisocial? O haber follado cuanto hubiera
querido? No. Viví mi vida así porque no tenía otra alternativa. Sabes yo era el
chico que siempre se queda en la parte de atrás del salón de clases. El que no
levanta la mano, no por miedo a equivocarme, sino porque detesto que la gente
me mire. El día en el que llegue a la universidad y vi que la mitad de mis
compañeros se estaba comiendo a la otra mitad me di vuelta y regrese por donde
había ido, no por ser malo o por odiarlos. Porque no valía la pena arriesgarme
por alguien que no podía mirar más allá de un estereotipo. No regrese porque
creían que ser homosexual es una enfermedad, porque creían que si se juntaban
conmigo terminarían violados o maquillándose y prostituyéndose. Porque no sabían
quién era verdaderamente.
Esbocé una sonrisa en mi
rostro, era de felicidad, de saber que tenía oportunidad con ese hermoso niño.
Algún impulso me lanzo hacia adelante y lo bese, no sé si se habría
sorprendido, pero me correspondió muy rápidamente y de una manera delicada,
dejo la catana para poder agarrarme de la cintura y el cuello, pegándome a él.
De pronto empezamos a escuchar que una tapa de alcantarilla se abría sobre
nosotros. La zona se ilumino y la cara de Asagi salió entre la luz.
También se ilumino una escalera que no habíamos visto antes, gracias a la
oscuridad y a la tenue luz de un fosforo.
-Salgan de ahí!
Rápido.-Dijo Asagi. Natán agarro la katana y subió por la escalera, y yo le
seguí.
Ya habíamos llegado al
campamento, era tarde, el sol se estaba escondiendo y teníamos hambre. Bajamos
del camión y descargamos las provisiones que habíamos encontrado. Repartimos
los pocos juguetes que habíamos conseguido, la ropa que robamos y la comida la
dejamos bajo una tela impermeable que habíamos conseguido días atrás.
Encendimos el fuego antes de que anocheciera por completo y sacamos algo de
comida decente. Por fin. Una buena cena en semanas.
En el campamento
encontramos a los chicos y a algunos de los padres, los que estaban vivos.
Entre que ellos preparaban la comida y nosotros desempacábamos y
alistábamos todo para que aguantara cualquier lluvia. Un rato después de
haber terminado fui a ponerme ropa más cómoda para estar en el campamento, y
que inspirara menos autoridad que mi traje de militar Japonés. Me puse un
pantalón corto y una camisa blanca, y obviamente una pistola automática en la
cintura.
Estaba ayudando a
levantar un par de cajas, para llevarlas al campamento, cuando sentí que me
apretaban el tarsero. Estaba levantando una caja así que mi movilidad estaba
muy reducida, y al girar la cabeza no vía a nadie, pero al girarme de nuevo
hacia adelante apareció Natán de golpe.
-Hola.-Dijo
entusiasmado.
-Hola.-Respondí con una
sonrisa.-Como estas?
-Yo? Bien, y tú?-Pregunto.
-Bien, Gracias. Eh…
Sucede algo?
-No, nada. Solo quería
hablar contigo.
-Sobre qué?-Dije
mientras dejaba la caja en el suelo.
-De nada en específico.
Solo, hablar.
-Aun así necesitas un
tema.
-Ah. Claro, y que te
parece este?- Se acercó a mí y me beso, yo le devolví el beso, suave y dulce.
-Ah. Claro,
ese.-Carraspee-Que quieres que te diga?
-Puedes empezar por:
porque lo hiciste?
-Ah. Bueno… fue…
-Ah. Bueno. Fue? No sé
si son delirios míos, pero estabas esperando desde que me conociste para hacer
eso. Verdad?
-Si.-Dije agachando la
cabeza.
-Ah claro. Y puedo saber
porque no me lo dijiste?
-Eres un niño y no me
pareció…
-Ah y ahora soy un niño?
-Si lo eres…
-En el centro comercial
me llamaste “Soldado” más de una vez.
-Es solo en las…
-En las alcantarillas
también lo era? O en ese momento besaste a un soldado? Haces eso con todos los
soldados? Es como un rito de iniciación de la milicia?-Me bombardeo con
preguntas muy bien formuladas, tal vez demasiado bien formuladas, tan bien
formuladas que delataban que las había pensado durante horas. O que era
demasiado inteligente y preguntaba tan rápido como su cabeza estructuraba las
preguntas.- Y de casualidad el hecho de que me besaras no tendrá nada que ver
con lo que te dije? O solo lo hiciste para consolarme? Que estarías dispuesto a
hacer para consolarme? Si hubieras tenido más tiempo hubieras intentado tener
sexo conmigo?-sus preguntas pasaban del beso a lo que pudo haber pasado después
de eso.- Y si yo sintiera algo por ti? No se te ocurrió que podría complicarnos
todo?-El pánico empezó a invadirme.- O tal vez quieres hacerlo de
nuevo?-Explote.
-¡SI! Me gustaría
hacerlo de nuevo, y mil veces más de ser necesario!
-Porque?
-Porque desde que te vi
quise hacerlo. Porque me gusta como hablas. Me gusta que te acobardes cuando
tienes que estar colgado a una altura muy grande. Porque me gusta cómo eres.
Porque no me gustas, me encantas.- Se paró frente a mí, a menos de diez
centímetros de mí. Serio. Y me beso. Pero no como lo había hecho antes, dulce y
suave, lo hizo con delicadeza, como con miedo de tocarme demasiado fuerte, o de
romperme. Puso sus brazos alrededor de mi cintura. En ese momento me
pasaron por la mente demasiadas cosas, como que dormíamos en la misma tienda, y
el dispondría de mi todas las noches, o que él era el más rápido, ligero y
hábil del campamento, y por eso iba con nosotros a todas las misiones de
reconocimiento y recolección de provisiones. Pensé en la cantidad de incordios
e incomodidades que tendría al iniciar una relación con él en medio del fin del
mundo. Pero, también pensé en que me valdría tres kilos de nada, el hecho de
tenerlo junto a mí y de que fuera mío valía más que cualquier incomodidad e
incordio que pudiera traerme.
-Ritsu necesito…
Natán se despegó de mis labios de golpe, limpiándose mi saliva.
Era Sho.
-Eh… disculpen, te digo
después.
-No, ya terminamos
aquí.- Le hice un ademan a Natán para que se fuera y el obedeció.
-Eh, necesito que me des
las cajas que te pedí que me trajeras hace diez minutos… pero veo que no
necesitas ayuda…-Dijo con una sonrisa burlona en la cara.
-No les vallas a contar
a los demás.-Le suplique.
-No lo hare.-Dijo
poniéndose serio.-pero debes tener cuidado. El aún es un niño, y ese es un
juego peligroso.
-Le dije lo mismo y no
se comportó como un niño.
-Todos podemos
comportarnos con más madurez de la que tenemos. Pero eso no significa que la
tengamos.
-Tendré cuidado.
-Y ahora, deja de
entretenerte señor pedófilo y ayúdame con las cajas que te pedí.
-Increíble. Un cabo
espetando a su superior.
-Estamos en medio de una
peste Ritsu. Ya no eres mi superior. Nuestro ejército se disolvió y murió. Lo
único que queda del ejército Japonés está en nuestras memorias… Señor.
-Uy que cabo tan llorón.
-Es mejor que no inicies
algo que no puedes terminar, yo tengo más con que molestarte que tú a mí.
-Ok, ok… tu ganas…
Llegue a la fogata del
campamento con las cajas que me había pedido Sho, las deje a un lado de la
fogata y me iba a sentar, cuando me di cuenta de algo: todos estaban sentados y
el único espacio que había estaba entre Sho y Natán. Natán comía una manzana
verde, con una sonrisa infantil en su cara, y Sho estaba sacándole punta a un
palo con su cuchillo, conteniendo la risa lo más que podía, aunque se le notaba
demasiado.
-Que gracioso eres, Sho…
-Lo se.-Respondió Sho
-Yo se lo pedí.-Dijo
Natán.
-Ah claro. Debí
suponerlo-Dije esbozando una sonrisa, y me senté junto a Natán.
-Mañana salimos de aquí
gente, pasaremos por una de las gasolineras de las afueras de la ciudad a
recoger algo de gasolina y nos iremos a otro lugar.-Dijo Asagi, Siempre
tan serio e inexpresivo.
-A donde nos vamos Asu?-pregunto
una de las niñas más pequeñas, le llamaba Asu de cariño, y extrañamente con
ella era con la única con la que se expresaba con libertad. Con ella y con
Ruiza, pero más con la niña.
- Aun no lo sé Lara,
Mañana en la mañana veremos en el mapa que lugar se ve prometedor.
-Podemos ir a
DisneyWorld? –Dijo la niña.
-DisneyWorld queda al
otro del océano, tal vez podamos ir pero en otro momento.
-Lo prometes, Asu?
-Lo prometo.-
-No quiero arruinar tu
promesa, pero Estados unidos fue uno de los lugares más afectados por el
apocalipsis zombi, y no quiero suponer que el parque fue atacado de día, eso
supondría que está lleno de zombis, dentro y fuera de las atracciones.-Observo
Natán.
-Tiene algo de
razón.-Dije.
-Entonces me asegurare
de matarlos a todos antes de que ella entre. Fin de la discusión.
-Bueno, Me voy a dormir
señor gruñón. Mañana tenemos un día largo, sugiero que hagan lo mismo.-Dije.
-Pienso lo mismo.-Dijo
Natán levantándose.
Yo entre en la tienda y
me empecé a desvestir, para ponerme algo más cómodo para dormir. Me desnude y
luego me puse un calzoncillo largo y holgado, me iba aponer una camisa negra
cuando escuche a Natán.
-Quédate así.-Dijo. Me
gire y lo vi. Estaba sentado con las piernas cruzadas. No sabía cómo había
entrado sin hacer ruido. Él se había ido a hacer sus necesidades antes de
dormir y yo me había ido a la tienda a cambiarme, y antes de desnudarme, había
cerrado la puerta, para que nadie me viese desnudo.
-Cómo?-Pregunte.
-No te pongas
eso.-Respondió.
-Porque?
-Solo no te lo pongas.
Me gusta así.
-Pero hace una semana
dijiste que no te gustaba que durmiera sin camisa.
-Lo dije porque, Si no
te ponías camisa no podría dejar de verte.
-Entonces. No te
molesta?
-No. Me encanta verte
así.
-Porque?
-Me gusta tu pecho.-Dijo
acercándose a mí a gatas.
-Y que te gusta del?
-Me gusta que es fuerte,
y esa capa tan ligera de vello, pareces un adolecente. Desarrollándote.-Llego
hasta mí y empezó a besarme el pecho, Subiendo por mis hombros y mi cuello y
deteniéndose en mi boca. Me abrazo de la misma manera que lo había hecho antes.
Al ver que yo no hacía nada, agarro mis manos y las puso donde iniciaba su
camisa y levanto las manos.
-Me lastime la espalda
en las alcantarillas. Me ayudas a ponerme algo más cómodo?-Dijo con una mirada
angelical.
-No.-Dije. Y apague la
lámpara. Le quite la camisa y deje que se callera en el suelo lentamente,
mientras lo besaba. Le quite el pantalón, dejándolo solo con su ropa interior.
Me puse sobre él y lo bese…
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