viernes, 28 de agosto de 2015

Ai No Kitai - 2 - Un camino muy largo.

Capítulo 2 – Un camino muy largo.

Me desperté gracias al cabello de Ruki en mi cara. Intente levantarme con cuidado para no despertar a Ruki.
Era una mañana fresca, y una tormenta se acercaba. Podía notarlo por una nube grande y negra, que empezaba a cubrir con una tétrica sombra cada rincón de Ai.
Levante a los chicos, guarde la poca comida que teníamos, y salimos al pueblo de Doku.
Después de unas horas de caminar, entramos a la ruta comercial que tenía Doku con algunos pueblos pequeños cercanos. Empezaron a pasar algunos carruajes de comercio. De eso que no importa si ven a los príncipes caminando en medio de la nada, no se detienen.
Encontramos una pequeña tienda de abastecimiento en medio del camino, lo suficientemente grande para que hubiera una posada o se detuviese algún carruaje que se ofreciera llevarnos. Entramos en dicha posada y de “posadero” había un hombre alto, gordo, peludo y con cara de “Mira a mi hija y alimentare a los cerdos con tus genitales” Una cara que desde que había conocido a Shuri y a la familia real no había vuelto a ver.
-Buenas tardes.-Dije con una sonrisa al posadero.
-Buenos días?...-Respondió.- Que quiere?
-Wow… Tuvo un mal día?
-Que le importa a un enclenque como tu?
-Jo Jo! Valla que quieres pelea!
-Hey!-Dijo Shuri con un tono un tanto irritado y Autoritario.-Soy la princesa Shuri. Heredera de Ximul, Su palacio y todas sus ciudades y poblados, y este es mi hermano, el príncipe Ruki y nuestro mejor amigo Aron. El joven con el que esta discutiendo.-Descanso la voz y bajo el tono Irritable y Autoritario a solo autoritario.- Estamos hambrientos, perdidos y lejos del palacio. Seria usted tan gentil de servir tres platos de estofado?
-Ah. Claro que si. Disculpe su alteza.-Respondió, condescendiente e intimidado.
-Donde aprendiste eso?-Pregunte.
-Tengo hambre. Estoy irritada. Déjenme.
Nos sentamos en la primera mesa que encontramos, y esperamos a que el posadero nos trajera el estofado prometido. No sabía si les gustaría, solían comer pollo, pavo, cerdo. Y un vulgar estofado podría no cumplir sus expectativas. Sin embargo, Ruki y Shuri terminaron su estofado antes que yo, y repitieron, con una hogaza de pan y algo de zumo de manzana.
Había pasado medio día y no había nadie en la posada, pero lamentablemente teníamos que irnos. Nos levantamos y Shuri fue la primera en hablar.
-Dejeme decirle, caballero, que jamas había probado un estofado tan delicioso como el suyo.
-Muchas gracias, su alteza.-Respondió el posadero.
-Espero pueda disculpar que nos vallamos sin pagar, tan pronto como estemos en el castillo enviare a un corredor a que le traiga lo que le debemos, con intereses.
-No es necesario que la familia real pague… Pero el no es de la familia real.-Dijo señalándome.
-Disculpe?-Respondí.
-Así es. Tu tienes que pagar por tu comida. A menos…
-A menos…?
-Tengo una hija. No tiene mucha suerte con los muchachos, y un joven alto y atractivo como tu, con los huevos para retarme, pues, merece la pena intentarlo.
-El que?
-Intenta hacerte amigo de mi hija. Solo inténtalo. Si te gusta pues, supongo que no importa, y olvidare lo de tu comida de cualquier modo.
-Eh no… Yo tengo a…
-Ejem!… Estará encantado.-Interrumpió Ruki.
Lo mire con cara de “que te pasa?” No solo me impedía el hecho de querer a Ruki, también el hecho de que no quería conocer a una mujer porque su padre no me dejaba salir sin pagar o hacerme amigo de ella. El hombre parecía estar saltando en un pie de la felicidad.
Nos llevó a la puerta trasera, que daba a un pastizal  donde había un caballo blanco como la nieve, con una raya blanca que  atravesaba desde la cabeza hasta la cola. Y una chica Hermosa, de pelos castaños claros y largos, delgada, de piel blanca y limpia, labios finos y rojos, y unos ojos de color gris claro, un gris claro que rayaba en el blanco. Estaba aseando al caballo, cepillándolo.
-Eh! Pauline!-Grito el posadero.-Acércate! Quiero presentarte a alguien.
La chica se acercó lentamente con el caballo, veía como su mano apretaba con más fuerza la cuerda a cada paso que daba. Sus mejillas se ponían cada vez más rojas y casi podía sentir las ganas que tenia de salir corriendo de su habitación.
-Hola.-Dije.
-Am…H-hola.-Respondió tímida.
-Me llamo Aron. Mucho gusto.-Extendí mi mano en un intento de que me diera su mano para besarla.
-Ah… Soy Pauline.-Respondió, y me estrecho la mano con gran fuerza.
-Ah… No… Así no.-Respondí. Tome su mano con delicadeza y di un beso un poco más debajo de los nudillos. Ella me quito la mano apresurada al ver que ya había terminado.
-Como se llama?-Pregunte poniendo una mano sobre el caballo.
-Ah… Azrraél.
-Qué lindo nombre.
-Ah? Te gusta?
-Sí.-Afirme con la cabeza.
-Q-Quieres… Quieres montarlo?-Pregunto con un amague de sonrisa en su cara.
-Puedo?
-Claro.- Era la única vez que había dicho algo sin titubear ni detenerse a pensarlo.
Nos alejamos de Ruki, Shuri y “El posadero”  Para ir a ensillar al caballo.
Una vez ensillado al caballo Pauline me facilito la subida a Azrraél con una escalerilla de madera, y, tras acomodarme en la silla sentí como los brazos de Pauline rodeaban mis costados y se entrelazaban en mi estómago.
-Ah… te molesta que valla contigo?
-Para nada.
-Pues andando!-Ya eran dos cosas que decía sin titubear.
Empezamos a un ritmo lento para calentar, no quería que el caballo se lastimara por forzarlo muy rápido, así que empezamos trotando. Después de un rato empecé a acelerar la marcha y con esto, la fuerza que aplicaba Pauline a mi estómago.  Después de un rato de acelerar y seguir acelerando, note como “El posadero” nos hacía señales desde la puerta trasera. Me acerque a un buen paso para no estrellarnos con él, y posiblemente crear un caos en la posada y matar al caballo.
-Que tal todo?-Pregunto El posadero.
-Estupendo papi!-Respondió Pauline.
-Genial!-Tienes hambre mi vida?
-Un poco. Si.
-Muy bien. Entren y les daré algo de comer.
-Me lo cobraras?-Pregunte.
-Oh claro que no. No te hubiera cobrado nada aunque me hubieras rechazado.-Respondió el desgraciado “El Posadero”
Regresamos al establo y  desmontamos el caballo y dejamos todo en orden, y mientras caminábamos hacia la posada, Pauline engancho su brazo con el mío y su sonrisa blanca como las nubes y grande como el camino.
-Hace rato no podías pronunciar palabra sin titubear. Ahora te agarras de mi brazo?-Dije.
-Te molesta?-Respondió.
-No. Pero me parece curioso.
-Mi padre trae a cada chico que puede para que intente tener una relación.
-Ah… Y eso se debe a?
-A que no quiero una relación. Quiero montar a Azrraél y practicar con mi arco.
-Y porque no lo haces?
-A mi padre le da miedo que me haga daño con  Azrraél y si me lastimo con el, seguro lo asesinara o regalara. Y no me quiere dejar comprar un arco.
-Sigo sin entender porque te aferras a mi brazo de esa manera.
-Quiero pedirte algo.
-Ya lo sabía.
-Por favor!
-No te comprare un arco!
-Llévenme con ustedes!
-Qué? No.-Dije un tanto sorprendido.
-Por favor. Hace mucho que quiero salir de aquí. Y seguro que si voy con la familia real el me dejara ir.
-Oye. Yo soy solo un amigo. No creo que la familia real te acepte sin más porque yo lo digo.
-Supongo que tienes razón. El rey nunca diría que si solo porque tú lo dices…
-Espera... El rey?
-Aun no lo sabes?
-Qué?-Pregunto
-Lo del rey!-Dije, casi gritando.
-Qué pasa con el rey!?
-Hemos caminado hasta el centro de Ximul y nadie sabe de eso… Aun nadie ha encontrado nada… Tenemos que llegar cuanto antes…
-De que hablas?
El hecho de que nadie supiera de la muerte del rey y la reina, significa que nadie había visto la masacré, y eso significaba que aun teníamos tiempo de ir al castillo, tomar la llave y yo regresaría por los regalos de los chicos. No podía dejar pasar más tiempo.
Entramos a la posada y me dirigí lo más rápido que pude a la mesa en la que estaban los chicos.
-Tenemos que irnos lo más pronto posible.-Dije
-Qué? Porque?-Respondió Shuri.
-Aun nadie sabe lo tus padres. Tenemos que ir a advertirles.
-Ah… Claro…
-Además, tenemos que llegar al castillo para tomar la llave que nos falta.
-ADEMÁS!-Dijo Pauline.-Aron tiene algo que quiere preguntar.
-Qué? No. Claro que no.-Respondí.
-Por favor. Eres mi única salida.
-Ah!... Está bien! Pauline quiere saber si podemos llevarla.
-NO! Respondió Shuri
-Qué?... P-Porque?-Respondió
-Sí. Porque?-Dijo Ruki.
-Ah. Me refiero… A que… Tenemos prisa…
-Yo puedo ayudarles a llegar más rápido. Tengo un par de amigos que pueden prestarnos algunos caballos.
-Ah… Bueno… Está bien.
-GENIAL!-Grito Pauline.-Hablare con mi padre y haremos los preparativos para salir cuanto antes!-Salió corriendo, y se desvaneció tras la barra que daba a la cocina.
-Me cae bien.-Dijo Ruki.
-A mí no.-Respondió Shuri.
-Uy, que hostil.-Respondí yo.
-No me gusta que se haya auto-invitado ella misma!Ya que ese día no podríamos salir, debido a que ya había caído la noche y el padre de Pauline, no quería que saliera tan entrada la noche, optamos por quedarnos. El padre de Pauline nos separo por géneros. Pauline y Shuri en una habitación, y Ruki y yo en la otra. Se apagaron las luces y ya que Ruki le tiene miedo a la oscuridad, dejamos una lámpara encendida.
-Oye.-Susurro Ruki desde el otro lado de la habitación, en su cama.
-Hum?-Gruñí entre el sueño y la realidad.
-Estas despierto?
-Si no lo estuviera no te respondería.
-Quiero preguntarte algo.
-Dime.
-Crees que Shuri nos deje su puesto como reina para gobernar los dos juntos?
-Ruki… Yo no soy rey, ni tengo madera de ello. Shuri sí. Lo más inteligente es dejarla a ella. No quisiera dejarte reinando todo por tu cuenta mientras me gasto el oro de tus padres.
-Te gastarías el oro de mis padres?-Pregunto.
-Si me haces rey, sí.
-Y a mí?-Pregunto Ruki.
-A ti qué?
-No me gastarías a mí?
-A que te refieres?-Me levante y lo mire, intentando descifrar si lo decía con doble sentido o si lo hacía en broma. Pero, Ruki se levantó y se acercó a mí y me beso. Intento meter su lengua en mi boca de una manera un tanto torpe, pero me gustaba que lo intentara. Tome su cara y lo empuje a que se tirara encima mío. Tan pronto como él se lanzó sobre mí, escuchamos pasos en el pasillo de afuera, Ruki salto a su cama y fingió que dormía. “El Posadero” Apago la lámpara que teníamos encendida y salió, no sin antes cerrar la puerta.
-Aron…?-Pregunto Ruki.
-Dime…-Respondí.
-Puedes venir?
-Para?-Respondí.
-Tengo miedo…
-Esta bien.-Me levante de la cama y me acosté junto a él, paso su pierna izquierda por encima de la mía y yo pase mi brazo izquierdo alrededor de su cuello. Como usualmente dormía con el torso desnudo, Ruki, empezó a jugar con mis tetillas y a acariciar mi pecho y esa línea de vello que se crea entre el ombligo y el pene.
-Gracias.-Dijo Ruki.
-Por?
-Por amarme.
-Gracias a ti.-Respondí.
-Por?
-Por dejarme amarte.
Ruki se volvió a dormir en mis brazos, y esta vez podía decir que de ahora en adelante todo iba a mejorar. Pero creo que no pensé muy bien las cosas, ni conocía muy bien a las personas.

Me desperté con los labios de Ruki en mi bocha y su lengua jugueteando con la mía, sus brazos alrededor de mi cuello y una erección bastante vergonzosa.
-Buenos días.-Dijo Ruki.
-Buenos días.-Respondí.
Me volvió a besar, y esta vez esperaba poder pasar un rato juntos.  Sus labios succionaban los míos como si de una naranja se tratase, sus manos se paseaban por mi cuello, pecho y abdomen, bajando hasta mi entrepierna, y el pantalón de viaje evitaba que llegase mas lejos.
-Ruki, no. No ahora.-Dije
-Qué? Porque?-Pregunto.
-No quiero hacerlo aquí.
-Porque?-Volvió a preguntar.
-No quiero que nuestra primera vez juntos, sea en una posada extraña.
-Hmmm… Esta bien…-Dijo resignado, retirándose de encima mío. Me gire de costado y le bese la frente.
-Eso no significa que no me gusta que estés encima de mí.
Me levante y me puse la camisa de viaje que había llevado los dos días anteriores y me dispuse a bajar por esas escaleras de madera de roble, que al pisarlas se escuchaba como cedían, y se desprendía un aroma a madera que podría perfectamente ser mi aroma favorito. Llegue al final de las escaleras y vi en la barra al posadero, fregando con un trapo blanco la barra. A Shuri y a Pauline en una mesa, tomando un poco de estofado de cerdo y cidra dulce. Salude al posadero y a Shuri y Pauline, y me dirigí a la mesa  y poco antes de llegar vi como “El Posadero” me hacía señales para que me acercara a él. Me dirigí a la barra y me senté en una de las sillas que estaban frente a el.
-Buenos días, señor.-Dije.
-Buenos días.-Respondió con una gran sonrisa.
-Hoy esta de mejor humor.
-Lo estoy.-Afirmo.
-Cuénteme. En que le puedo servir?
-Directo al grano. Me gustas niño.
-Gracias señor.-Respondí.
-Bien, Parece que vas a estar con mi hija un rato así que quiero saber algunas cosas.
-Claro. Pregunte.
-Cuál es tu relación con el príncipe?-Pregunto descaradamente.
-Ah… Creo que lo noto…
-Pues si se lanzan miraditas todo el tiempo y duermen juntos no se dificulta adivinarlo.
-Pues… Es complicado de entender…
-Lo amas.-Dijo.
-Si.- Respondí.
-Entonces supongo que no tendré ningún problema con mi hija.
-Claro que no.
-Cuál es tu relación con la princesa?
-Es mi mejor amiga.
-Está enamorada de ti. Supongo que ya lo sabes.
-Qué? Nah. Ella no siente nada por mí. Me lo habría dicho ya hace mucho.
-No te das cuenta, pero eso no cambia el hecho de que ella siente algo por ti.
-Ok. Si fuera así no importa. Yo amo a Ruki.-Respondí bajando la voz.
-Ok. Pero no esperes que ella lo comprenda.
El posadero se retiró y yo regrese a la habitación. Poco antes de entrar escuche unos murmullos y mucho movimiento en la habitación. Me arrodille y mire por la cerradura. Ruki estaba acostado en la cama, su ropa estaba toda tirada en el suelo, y su pene estaba erecto, su mano lo masajeaba y su otra mano jugaba con sus tetillas y sus testículos, se masturbaba rápido, pero suave.  Se levantó y salió de mi cuadro de visión, ya no veía nada a través de la cerradura. Me levante y estaba a punto de irme cuando la mano de Ruki sale de la habitación, me atrapa y me arrastra hacia dentro de la habitación, Me tiro contra la pared y me beso, su lengua hacia cosquillas a mi paladar y empujaba mi lengua de un lado al otro, sentía el olor a ese líquido pre-seminal que Ruki había estado emanando minutos antes. Ruki tomo mi mano y la acerco a su pene, la guio por sus testículos y por su pecho, volvió a bajar para terminar en el pene de nuevo.  Me agache y lo mire a los ojos.
-Solo esto. Nada mas.-Dije
-Nada más.-Respondió Ruki.
Me metí su pene a la boca y empecé a succionar, estaba a mil. Empezó a menear su cintura, su pene, a pesar de no medir más de 16cm, me lograba producir una que otra arcada. Yo me lo sacaba de la boca y lo lamia, lo besaba y lo volvía a meter en mi boca para que el volviera a meterlo y a sacarlo. Un par de gemidos y un apretón en el hombro por parte de la mano de Ruki, me aviso que estaba por venirse, así que, me lo saque de la boca y lo empecé a masturbar rápidamente, apunte a mi boca y abrí lo más grande que mi mandíbula me permitía. Ocho disparos golpearon mi paladar y otros dos se resbalaron por su pene, cayendo hasta sus testículos, lo cual, con un gran placer y morbo, lo limpie, hasta la última gota.
Justo antes de salir casi al medio día, “El Posadero”  nos entregó algunos macutos con víveres para el viaje, cosas básicas como carne seca, manzanas, cantimploras con agua y cosas por el estilo. Se despidió de Pauline y montamos a los caballos.
Ya habíamos cabalgado cerca de dos kilómetros y Shuri quería descansar. Aunque no lo parezca andar a caballo es muy agotante, y después de un rato se torna tedioso. Paramos a descansar, bebimos algo de cidra de un pequeño balde de madera que le había puesto “El Posadero” a Ruki en el caballo y estiramos las piernas, Ruki me robo un par de besos y regresamos a los caballos.
Hicimos esa misma parada una vez cada dos o tres kilómetros, dependiendo de cómo fuese el nivel de irritabilidad de Shuri. Todo el camino estuvimos hablando de cosas irrelevantes, como cuantas cicatrices teníamos o cuantos lugares de Ai conocíamos. Yo perdía en esa última, siempre había vivido en la calle y después de conocer a Shuri y hacerme amigo de la familia real solo salí una o dos veces de Ximul.
Ya había caído la noche, o bueno, estábamos en medio del crepúsculo. Según los cálculos que había hecho faltaban cerca de cinco kilómetros para llegar a la capital de Ximul. Estábamos junto a un bosque cuando de lo lejos veo una luz, pequeña y parpadeante, pero era luz. Se empezaron a escuchar risas y chillidos, como si estuvieran torturando algo a alguien y se burlasen de ellos. Bandidos…


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