miércoles, 19 de agosto de 2015

Kindan No Koi - XVI - El inicio de la locura.

Me desperté y estaba la cama echa y Oscar estaba viendo la TV, Me levante y le pregunte que veía mientras lo rodeaba con mis brazos. El parecía enojado y me empujó hacia atrás, pero sin la delicadeza característica que usa conmigo.
-Largo.-Dijo sin voltearse a mirarme.
-Que sucede? Hice algo malo?-Pregunte.
-Solo lárgate. No eres suficiente.-Dijo con una voz ausente y fría.
-Pero a que te refieres con…?-No termine la frase. Oscar se volteo hacia mí y me girito que me largara de su vida, saco un revolver y me di cuenta de que estaba soñando, o eso esperaba. Halo el gatillo.
Dicen que al morir en un sueño despiertas, pero el choque de la bala lo sentí tan real como los besos de mi amado. Sentí miedo, de que no fuera un sueño, de que no fuera mi imaginación.
Veía como la sangre salía por el agujero que había dejado la bala. Oscar se acercó a mí me miro, su mirada no era de arrepentimiento, ni de dolor, era de satisfacción, su mirada inspiraba miedo. Se acercó a mí y me beso. Entonces desperté, con su rostro sobre el mío, intentando despertarme con un beso. Ese era el Oscar que yo conocía, el que amaba. Mi novio.
-Eliot bajo a pedir el Desayuno en el restaurante del hotel. Bajamos?
-Claro. Vamos.
Y después de una ducha entre los dos, vestirnos y prepararnos para bajar, llamamos a Brian y bajamos  al restaurante. Desayunamos Huevos con tomate, café, pan de ajo, y jugo de naranja. Salimos y tomamos un taxi para ir a casa de Adriana, íbamos a pasar el día con ella y haríamos una parrillada en su casa. Aunque la idea de hacer una parrillada un día después de haber estado en un incendio no me sonaba bien.
Subimos a un taxi y yo me subí primero, Oscar después, y luego mi tío. En el trascurso del viaje me empecé a quedar dormido, me despertaron un par de sacudidas y giros, pero al fin y al cabo me dormí.
Desperté en medio de las cenizas de la casa. Olía a quemado, y a gas. Escuche los gritos de Oscar pidiendo ayuda. Me levante y corrí a buscarlo entre los escombros, hasta que me di cuenta de que no estaba por encima, si no por debajo. Excave entre los escombros lo más cerca que pude de su voz, hasta que por fin lo encontré. Estaba entre los escombros. Cave lo mejor que pude, intentado dejar fuera su cabeza y torso. Pero al quitar una tabla quemada que cubría su cabeza y ver su rostro. Cambio del pánico a la ira en milésimas de segundo.
-Lárgate…-Dijo en una especie de susurro. Frio. Distante.
-No te voy a dejar aquí.-Repuse intentando quitarle los escombros.
-Que te largues! No me sirves para nada! Largo!-Me grito.
-No te voy a dejar  ahora….-No termine la frase.
-LARGO!-Me grito y me empujo con el único brazo que tenía libre. De pronto escuche como una viga se resquebrajaba detrás mío, y al girar la cabeza vi que ya no había tiempo de esquivarla. Me desperté con la viga encima y después de quitármela de encima, me di cuenta de que ya no estaba Oscar en el ataúd de escombros en el que lo había encontrado anteriormente. Me quite la viga de encima y al levantarme lo vi saliendo por la puerta delantera, mientras el edificio se caía a pedazos sobre mí.
-OSCAR!-Grite, y me di cuenta de que había despertado, el chofer había frenado en seco, todos me miraban y posiblemente había causado un par de accidentes con los autos de atrás. El chofer echó a andar el taxi, pretendiendo que no había pasado nada. Oscar me puso la mano sobre la pierna para darme a entender que quería saber que pasaba.
El resto del camino intente no dormirme, mi cabeza daba tumbos cada vez que el sueño intentaba apoderarse de mí, y decidí abrir la ventana, porque hacía mucho calor, y supuse que el viento me mantendría despierto.
Al llegar a casa de Adriana no quería mantener contacto visual con nadie. Me quede mirando las cenizas de la casa  que estaba a menos de diez cuadras de allí. Oscar salió por la puerta y me abrazo por la espalda.
-Que pasa, mi vida?-Era la primera vez que me llamaba así, me gustó muchísimo, y me saco una sonrisa.
-Nada, es solo que, no quiero estar ahí dentro.
-Y supongo que lo que paso en el taxi no tiene nada que ver con que estés aquí afuera solo?-Creí que ya era hora de contarle sobre los sueños y todo lo que estaba pasando en mi cabeza. Desistí.
-Tuve un sueño horrible. No es más que eso.-Dije.
-Puedo saber que soñaste?
-Soñé que estaba en los escombros de la casa, y se caía sobre mí, y tú te ibas y me dejabas allí.
-Mi vida, me quedare a tu lado siempre, no te voy a dejar solo, nunca.
-Te amo-Dije, y voltee a mirarlo y lo bese. Sabía que debía haberle dicho que no era la primera vez que lo hacía. Pero necesitaba estar seguro de que no era solo algo temporal.
Solo quería regresar al hotel y hacer el amor con mi novio y tener sexo con mi tío. Nada más. Pero ya que mi tío se entretuvo hablando con Brian y Natán sobre cosas sin importancia, decidí que Oscar y yo nos podríamos adelantar un poco.

“Necesito algo de ayuda. Estoy en el baño.”
Decía el mensaje. A los pocos segundos de haberlo enviado apareció Oscar en el baño. Lo bese y lo toque. Le acariciaba el pecho por encima de la camisa. Y él me metía la mano por el pantalón, tocando mi pene con una gran delicadeza. Me retire y le hice sentar en el borde de la Tina/Jacuzzi de Adriana, le quite el pantalón y salió su pene, hermoso y relucientemente limpio. Me lo metí en la boca y empecé a chupar como un bebe, y con la otra mano le acariciaba el pecho. Después de un rato de estar haciéndole una mamada, que, en lo personal, habría extendido mucho más, el me quito su pene de la boca me beso, me empezó a quitar la ropa, y al dejarme desnudo se hizo detrás de mí  y me abrazo, me besaba el cuello y los hombros. Apretaba mis pezones, tan fuerte que mi pene daba brincos. Yo le agarraba el trasero y lo empujaba hacia mí, haciendo que su pene pasara por debajo de mis piernas y su glande tocara mis huevos. El bajo una mano lentamente y me empezó a masturbar, y con la otra empezó a meterme el pene. Sentía  un placer gigantesco, agarraba su mano y le hacía masturbarme más rápido, pero el siempre bajaba la velocidad. Después de varios intentos de que acelerara la velocidad en la que me masturbaba el me soltó y agarro el cinturón de una bata que tenía a la mano y me puso las dos manos en la espalda, me ato las manos muy fuerte con el cinturón de tela, y siguió  masturbándome y penetrándome. Yo intentaba soltarme, pero el nudo estaba bien hecho y muy fuerte. Sentí como Oscar eyaculo sobre mi espalda. Un líquido espeso y caliente bajaba por mi espalda, y luego Oscar s agacho detrás mío, y sentí como su lengua limpiaba mi espalda, y se llevaba todo su semen…


Bajamos a la sala y ya estaba de muy buen humor, lo suficiente para poder mantener una conversación sin pensar en que Oscar se iría sin avisarme y no lo vería nunca más.

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