miércoles, 19 de agosto de 2015

Kindan No Koi - XIX - Psicología inversa

Me levante con cada uno de los músculos de mi cuerpo totalmente adoloridos. Mire hacia la cama y vi a mi bebe dormido, con el abdomen al aire y  sus brazos sobre las cobijas, sus piernas estaban bajo las cobijas, y su pie izquierdo sobre salía de ellas. Me puse unos boxes negros que había encontrado en el suelo. No estaba seguro de su procedencia, pero si no eran míos eran de Oscar, y al fin y al cabo lo mío es de él y lo de él es mío, además no creo que le importe que yo me ponga su ropa interior. Me metí al baño, puse seguro e hice… Mis cosas…


Regrese a la habitación y me acosté de nuevo, Oscar me abrazo por la espalda, pero no parecía querer jugar a tener sexo ni nada parecido. Parecía cuando una madre le da su bebe a alguien más para que ella pueda buscar su billetera en su cartera, y él bebe estira los brazos para alcanzarla, y cuando la mama encuentra la billetera y recibe a su hijo, este la abraza como si se hubieran separado por una eternidad. Así me abrazo Oscar.

Un cielo despejado, un niño en el parque jugando a la pelota, y yo. El niño se tropieza, y yo, obviamente, corro a ayudarle. Al llegar rompo mi camisa y envuelvo la rodilla del niño en vendas. Al mirar de nuevo al niño, me doy cuenta de que esta tirado en el suelo con un agujero de bala en la cabeza. No es un niño. No es cualquiera. Es mi amado. Es Oscar.

Me levante sudando. Tenía todo el pecho y la espalda transpirados, como si hubiera hecho el amor con Oscar durante horas, aunque nuestra sesión sexual hubiera terminado varias horas atrás, en la madrugada, poco antes de que saliera el sol.
En los Brazos de Oscar se veía una fina capa de sudor, y sentía una erección tocándome la pierna. Oscar aun dormía, pero esa erección no iba a tardar en despertarlo, y no quería estar en la misma cama cuando él se despertara con ganas de hacer el amor.
Me levante y me fui a la cocina, tome jugo de naranja y me puse a ver televisión. No había nada bueno, pero me mantuve viéndola hasta que vi a Natán entrar por el arco que separaba el living de la sala de tv.

-Buenos días.-Dijo Natán.
-Hola. Como estas?-Pregunte.
-Muy bien y tú?
-Bien. Gracias.-Mentí. Y me di cuenta de que él también estaba en ropa interior. No sé porque no me había dado cuenta antes. Tenía unos boxers azules, su piel era morena y su musculatura bastante definida, sus piernas tenían una capa de  vello perfecta, no muy gruesa, pero tampoco muy delgada. Tenía ese camino de vello que va desde el pubis hasta el ombligo. Su abdomen era bastante marcado y sus pezones eran redondos como la luna y estaban tiesos y paraditos como si tuviera frio.
Note como mi pene empezó a crecer lentamente, y con un movimiento rápido y fluido me cubrí, antes de que se notara más
.
-Puedo sentarme?-Pregunto.
-Claro. Siéntate.-Dije

Pasamos un rato viendo la Tv y luego nos levantamos e hicimos el desayuno. En eso tocan la puerta dos veces. Yo dejo lo que estoy haciendo y voy a atender, pero, al abrir la puerta me di cuenta de que, era Jean Pierre. No es que hayamos terminado mal después de lo que paso con Ricardo ni nada, pero tampoco terminamos bien.
-Hola. Dijo Jean Pierre con un acento un tanto decaído.
-Hola.-Dije.-Quieres pasar?
-Sí. Por favor.-Respondió.
-Que te trae por aquí?-Pregunte.
-Ricardo.-Respondió.
-No. Él no está aquí. No sé dónde pueda estar.
-…No?... No lo sabes?- pregunto, casi escudriñando mi rostro, intentando saber si era verdad.
-Qué?-Pregunte, y, tras una pausa casi eterna respondió:
-Lo secuestraron.
Un frio pasó por mi espalda. ¿Secuestrado?¿Que se supone que significa?¿Se refiere a que lo raptaron de verdad?¿Sera uno de sus juegos macabros?
-Qué?-Dije
-Ayer. En la noche. Él y yo regresábamos a casa, y lo secuestraron.
No sabía si confiar en él, pero su rostro se veía devastado, no había dormido ni comido, se veía triste y desorientado.

Nos sentamos en el living a tomar jugo de naranja, e intentar calmar un poco a Jean Pierre. Poco después se despertaron  Oscar y Eliot. Después de escuchar la noticia del secuestro, Eliot, llamo a mi padre a preguntar cómo se encontraba Adriana.
No hubo respuesta.
Tras algunos minutos de bañarnos, vestirnos y camino a la casa de Adriana, llegamos.
Golpeamos la puerta. No hubo respuesta. Volvimos a golpear… no hubo respuesta.
Oscar decidió colarse por una de las ventanas de la parte trasera de la casa. Casi un minuto después Oscar abrió la puerta.
Buscamos a Adriana por Diez largos minutos. Su móvil estaba en la mesa, y tenía 29 llamadas perdidas, de mi papa. El auto estaba en el garaje, y el último número marcado desde cualquier teléfono de la casa fue al móvil de Ricardo. Mi tío bajo las escaleras rápido y nos dijo a todos que saliéramos. Empezó a empujar a Jean Pierre y a Oscar, y a mí me halo del brazo, intentando sacarnos rápido de ese lugar.

-Que pasa?-Pregunto Natán?
-No preguntes. Salgan.

Natán corrió al segundo piso y busco en cada habitación que encontró algo que lo hubiera asustado.

Cometió un grave error al revisar el baño de la habitación de Adriana.

Estaba en la tina, una botella de Vodka casi vacía, una caja de cigarrillos a medio empezar, muchas colillas de cigarrillo en el suelo. Una navaja, y sus muñecas cortadas.
Natán, seguido por Eliot, Oscar, y yo vimos la horrible escenita.
La policía llego, y nosotros nos fuimos.
Al llegar a casa sonó el teléfono. Era la policía.
-Aja. Sí. Sí. Ok. Vale. Ok. Vale. Vale. No. No señor. Claro.-Decía mi tío al teléfono.
-Que dijeron?-Pregunte.
-Es mejor que no se involucren en esto.
-Tío. La novia de mi padre se suicidó. Es justo que sepa que ocurrió.
-Supongo que tienes razón…. No se suicidó. La mataron. Y pusieron todo como evidencia de un suicidio.
-Podemos dejar de hablar de eso?- Pregunto Oscar.
-Tiene razón. Dejemos de hablar de eso…


Horas más tarde Oscar y yo estábamos acostados uno junto al otro en la cama. No estoy muy seguro de porqué, pero tenía miedo, tal vez por el “asesinato” de Adriana o porque no quería soñar con nada. Podría haber sido porque Oscar se comportaba de manera fría y distante, algo totalmente extraño en él. En fin.  Me recosté sobre su pecho y estuve así hasta que me quede dormido. Me levante a la mitad de la noche, Oscar dormía muy tranquilo y escuche ruidos en el living. Me levante y fui a revisar que pasaba.
Cruce el corto pasillo que llevaba de mi habitación al Living y vi a Ricardo, agarrando a Jean Pierre por el cuello de la camisa, le susurraba algo, luego lo sacudió y se escuchó como parte de la camisa se rasgaba, lo beso y salió por la puerta trasera, sin mirar a atrás. –Es un sueño.- Pensé.-Otro de mis perturbados sueños.

A la mañana siguiente me desperté gracias a Oscar, me llevo el desayuno a la cama. Al terminar mi desayuno me dirigí al living y me propuse despertar a Jean Pierre. Vi el cuello de su camisa, y vi que tenía una rasgadura desde el cuello, cruzando por el hombro y bajando por la axila. No había sido un sueño.

-Oscar, tenemos que hablar.-Dije.
-Qué pasa? Mi vida.-Respondió.
-Es sobre los sueños. Están empeorando.
-Que soñaste ahora?
-Nada. Ese es el problema. Anoche vi algo que creí que era un sueño. Oscar estoy confundiendo la realidad y mis sueños. Y que si un día me despierto y pensando que es un sueño hago algo malo? Como golpearte? O quemar la casa?
-No pienses así. Estarás bien. Yo estaré contigo siempre… Quieres que busquemos ayuda?
-Por favor. Sí.
Ese día buscamos en internet un psicólogo y Oscar programo una cita para el día siguiente, el psicólogo no era demasiado caro. Sin embargo dudaba un poco de sus habilidades. Precisamente por ser más barato de lo que sueles escuchar. Había escuchado que costaban entre 120 y 400 pesos por cita, pero este costaba 80 pesos por cita.


Pase a la sala de estar y me encontré con un hombre joven, de no más de 30 años, tenía la barba muy bien afeitada, o simplemente no tenía barba, media casi 1,75 y tenía el cabello muy negro, y unos ojos azules muy profundos.
-Mucho gusto, David?-Pregunto.
-Sí, Mucho gusto.
-Me llamo Roberto.
-Un placer.
-Bueno. Cuéntame que te trae por aquí.

No quería contarle a alguien más sobre mis problemas, estaba seguro que yo solo podría resolverlos, pero era necesario. No quería resolverlos cuando fuera demasiado tarde.

-Desde hace un par de meses estoy presentado estos sueños, unos muy parecidos a otros y…

El día transcurrió muy normalmente. Al final el psicólogo me dijo que había muchas cosas de mí que le gustaría saber, y que ya que era menor de edad si lo deseaba podía reducir el costo de la cita. 50 pesos por cita. No creo que tenga que ver en lo absoluto que quisiera que la cita tardara un poco más, aunque si me pareció bastante sospechoso, ya que hacía muy a menudo preguntas un tanto personales. Pero no sé nada de psicólogos así que lo deje pasar.

En resumen dijo que tenía demasiado estrés acumulado, y que gracias a eso y a todos los problemas con mi pareja y todo lo que hemos vivido se están presentando estos sueños. Pero no dijo nada de él porque confundía la realidad y los sueños. Aparte de eso el día transcurrió bastante normal… Hasta la siguiente cita.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario