Capítulo 2
Esa noche me masturbe de una manera un tanto… Violenta. Más
que nada por el hecho de que estaba enojado porque mi papa me había despachado
a dormir y no pude seguir jugando este nuevo juego con él. Y también porque
estaba muy caliente y haber acabado no me había quitado las ganas. Quería hacer
algo más. Quería hacerlo todo con él.
El día siguiente fue bastante incómodo. La rutina de
siempre. Solo que esta vez, cuando llego del trabajo me dijo que estaba “Muy
cansado” cosa que él jamás había dicho. Para él era más importante compartir
algunas horas del día conmigo que acostarse a dormir. Después de haberse
encerrado en su habitación y estarse ahí por dos o tres horas decidí ir a tocar
su puerta para preguntarle si quería jugar en la piscina. Me acerque, toque la
puerta tres veces con mis nudillos y espere a que el abriera la puerta. Escuche
movimiento detrás de la puerta y finalmente abrió!
-Quieres ir a jugar a la pelota en la piscina? –
Pregunte.
-Ahora no bonito. Papa está cansado.
-Es por lo de anoche? – Pregunte algo asustado. El me
miro algo asustado. –Si me gusto papi…. Y mucho… No te enojes conmigo. La
próxima lo hare mejor si?
-No. –Dijo cortante. –Esto no puede volver a pasar David.
Fue un error que cometí como tu padre y no puede haberte gustado. Claro?
Yo sacudí mi cabeza negativamente y corrí llorando a mi
habitación. El intento detenerme pero fallo. Cerré mi puerta con seguro y me
tire en mi cama a llorar. Pensé que no me quería. Pensé que se habían
divorciado por mí y que la razón por la cual se mudó a Alemania era porque no
me quería cerca. Pero era un nene.
Veinte minutos después toco a la puerta a lo que yo no
conteste. A pesar de ser tan unidos mi papa era muy estricto y no aceptaba
desobediencia. El toco de nuevo la puerta y me pidió que la abriera a lo cual
no respondí. El toco una y otra vez pero jamás respondí. Solo me quede llorando
en mi cama. Ahogando las lágrimas en mi almohada. Después de diez minutos
escuche como mi ventana se abría, voltee a mirar y mi papa se había subido a
una escalera y estaba en mi ventana.
-Perdóname bonito. No quería enojarme. –Dijo con una voz
mucho más calmada. –Puedo pasar?- Yo asentí con la cabeza.
Entro por la ventana y se acostó a mi lado, limpio mis lágrimas
y puso un brazo alrededor de mi cabeza.
-Un padre y su hijo no deben hacer lo que nosotros
hicimos anoche bonito. –Dijo algo dudoso.
-Siempre dices que un padre debe hacer a sus hijos
felices…
-Si… Pero no así…
-Porque no? A mí me hace feliz que me quieras.
-Te quiero bonito. Pero no puedo hacer eso contigo.
-Con quien sí?
-Bueno…
-Si me quieres?
-Te amo con todo mi corazón bonito.
-No te enojaste porque yo hice que se divorciaran?
–Pregunte.
-No mi hermoso tu no hiciste nada de eso. –Dijo muy firme
mente aunque de una manera tranquilizadora.
-Mi mami no pasa tanto tiempo conmigo cuando estoy con
ella… Es ella la que no me quiere?
-Tu mama y yo te amamos bonito. Pero ambos necesitamos
darte el mejor futuro posible. Si eso significa sacrificar algunos días contigo
para asegurarte un futuro bueno lo haremos.
-Entonces te enojaste porque a ti también te gusto?
Pregunte inocente.
Él se quedó en silencio. Me abrazo y acaricio mi cabeza.
-No está bien que un padre use sus…. Partes con su hijo
bonito…
-Porque no? –Pregunte.
-Porque… Soy tu papi… Respondió de nuevo. Dudoso.
-Pero me hace feliz…
-Muy feliz? –Pregunto
-Mucho… Dije asintiendo tímidamente con mi cabeza.
El cerró sus ojos y los abrió de nuevo mirando hacia el
techo. Me miro de nuevo y me beso. Su lengua veterana jugaba con mi lengua
inexperta. Yo solo chupe sus labios y abría mi boca cuando él quería meter su
lengua. Pronto note que mis calzoncillos se elevaban y empezaban a rozar con
algo duro… El pene de mi padre.
-No te enojes conmigo papi. –Dije mientras me despegaba
de su boca y me agachaba a remover sus pantalones de trabajo.
-No… No bonito… No podemos hacer esto así.
Mi cara paso de alegría a tristeza en un segundo. Él lo
noto. Se subió los pantalones que estaban en sus rodillas y me hizo sentarme en
sus piernas. Su pene aún estaba duro y una de mis piernas lo rozaba.
-Estas seguro de que quieres que sigamos? –Me Pregunto
ese Hombre musculoso velludo de ojos azules. “Mmhm” Dije entre mis labios.
-Pero si hacemos esto… tienes que ser como la chica de
anoche. Recuerdas?
Instantáneamente pasaron flashbacks de ella siendo
empujada, escupida, golpeada y litigada.
-Pero no he hecho nada malo papi…
-Lo es bonito… Te voy a mostrar a lo que me refiero. Y si
te gusta… Si?
Yo intente besar de la misma manera que él me había
besado. Obviamente yo era un inexperto. Mi primer beso fue el. Así que solo
chupe sus labios y su lengua.
El me llevo cargándome en sus brazos a su habitación.
Cerro con seguro y de su armario saco una caja bastante grande con un candado.
El quito el candado y la tapa y me hizo acostarme en la cama. Yo obedecí. Me
acosté boca abajo como me ordeno y me desnude. El empezó a atar mis brazos y
piernas contra la cama y también mi pecho.
-Te gusta bonito? Te gusta cómo se siente la cuerda en tu
piel? –Pregunto.
-Si papi… Pero no puedo tocarme…
-Tocarte? Oh… Tu pene?
-Si papi… Me desatas una mano?
-No bonito. Yo decido cuando te tocas y cuando acabas ok?
-Pero dijiste que íbamos a jugar como ayer.
-Y lo haremos. Pero yo decidiré cuando hacerlo ok? Se
obediente y deja que papi te muestre algunas cosas nuevas si?
-Si papi
Él se acercó a mi culito y empezó a acariciarlo y a separar
mis nalgas. Introdujo su rostro entero en mi culito y empezó a lamer mi ano. Yo
daba gemidos de placer mientras el intentaba abrir espacio en mi ano para su
lengua. Mi pene ya duro empezó a derramar precum ya halar el prepucio. Dolía,
pero me gustaba.
-Papi te va amostrar como se juega de verdad ok? Dijo
mientras mordía mis nalgas con fuerza.
-Si papi… Quiero saber… -Dije entre gemidos.
Él se acercó a mi cabeza y susurro cosas. Cosas que me
calentaron. Insultos. Pero me gustaba que me dijera esas cosas. Me decía cosas
como “Te voy a hacer mi perra como la chica de anoche” o “Quieres ser mi
putita? Mi bonita putita?”
Sí. Quería ser su puta. Su zorra, quería que me usara y
se fuera a trabajar dejándome atado todo el día. Dejarme orinarme encima y
regresar a casa solo para usarme de nuevo, alimentarme, dejarme usar el retrete
y atarme de nuevo para hacerme su puta otra vez.
Quería acabar pero quería hacerlo feliz. Quería follarme
a mi papi.
Mientras me susurraba cosas al oído empezó a meterme su
verga dentro. Al principio no dolía nada. Me gustaba. Estaba en la gloria. Después
empezó a embestirme. Entonces empezó a doler. No era un gran dolor, solo era
una incomodidad en mi interior. Mi recto y ano no estaban preparados para ser
fornicados por un macho velludo y musculoso como ese oso que tenía encima.
-Papi… Me duele…
-No mientas bonito. A mí me han follado el culo con pijas
más gruesas.
-Papi… Me duele mi culito. Pero me gusta… Déjame tocarme
papi porfa?
-No bonito. Primero te voy a rellenar el culito con mi
semen, como la cerdita que eres. Después te voy a chupar el relleno de tu
culito y te lo voy a hacer comer.
-Si papi… Me Gusta el sabor de tu… Semen?
-Leche bebe… Mi leche de papi-Respondió ebrio en lujuria
y excitación
-Quiero tu leche Papi… Dámela.
El seguí embistiéndome. Dolía y sangraba. Pero estaba en
la gloria. El dolor no era suficiente para opacar el placer que su verga
grandota me estaba haciendo sentir. Si pene velludo y venoso me excitaba. Solo
pensar que ese pene me estaba expandiendo el esfínter me excitaba. Quería
hacerle lo mismo. Quería que me siguiera follando. Quería que me masturbara mi
pene de puberto. Quería acabar de una puta vez.
-ya casi acabo bonito… Dentro de poco tendrás leche de
papi si?
-Si papi… Rápido… ya la quiero.
Empezó a embestir muy duro. El golpe de su semen contra
mi recto era erógeno. Mi pene estaba a punto de acabar. Solo necesitaba un poco
más de ayuda manual. Su leche se empezó a derramar por mis testículos a lo que
el saco su pene de mis intestinos. Me desato las manos y los pies y me hizo
acostarme boca arriba de manera en la que mis piernas estuviesen levantadas y
li culito apuntando arriba. Me pidió que hiciera fuerza para sacar su semen a lo
que obedecí. Tan pronto empecé a empujar salió una catarata de crema blanca. La
atrape con mi boca y la trague. El me metió los dedos en el ano y me empezó a
masturbar.
-Si papi… Si… Me gusta papi… Ya casi…
-No bonito. Aún no. –Dijo deteniéndose.
-No papi.. Porfa… déjame… papi no seas malo.
-Ah sí bonito... Voy a ser muy malo contigo… Te voy a
tocar y no te dejare acabar. A menos de que me prometas que vas a hacer todo lo
que yo te ordene sin chistar. Ok?
-Si papi! –Respondí ciegamente. Cegado por la lujuria y
la necesidad de expulsar mi lechita de púber.
El acelero el movimiento de su mano y en cuestión de
segundos mi leche estaba siendo disparada en mi boca. Mi papa me ordeno
mantenerla ahí y no tragarla. Me acostó y mientras iba a su caja y regresaba yo
empecé a masturbarme de nuevo. Cuando el regreso me golpeo los testículos
suavemente. No tan suave como una caricia. Pero lo suficiente como para que
doliera. Se acostó sobre mí y me chupo el contenido de mi boca. No dejo una
gota de nuestro semen en mi boca y se la trago toda. Yo lo mire con una cara
triste y decepcionada porque si me gustaba tragármela. La sensación que daba en
mi garganta al pasar por ahí. El sabor y su textura… El me miro con una
sonrisa, casi complacido de que me sintiera mal por no haber podido tragarla.
–Quieres tragarla bonito?- pregunto masajeando nuestros penes juntos. Yo asentí
con la cabeza.
Y el empezó a masturbarnos con una mano. Me levanto las
piernas y me fornico el agujero que treinta minutos antes era virgen y estaba
sano y que ahora estaba desvirgado por el pene de un macho y sangrante por una
noche de verdadero placer. No dolía. Ese roce de su pene con la herida que producía
la sangre era sexy. Me excitaba aún más.
Sus caderas me fornicaban y su mano me masturbaba. Estaba en el cielo. Estaba a
punto de correrme. Él se detuvo y agarro mis manos para que yo no me tocara. Y
me dio en el culito como un caballo se folla a su yegua. Duro, rápido y sin
piedad. Quería que esa verga me penetrara cada agujero penetrable. Incluso
pensé en abrirme más agujeros si era necesario
-Papi ciento… papi… viene la leche…. Viene mi lechita! –Dije en medio del inicio
de mi segundo orgasmo y mi primer orgasmo anal. Mi padre apunto mi pene a mi
cara y me ordeno abrir mi boca. Yo obedecí y vi como mi pene me apuntaba a
punto de disparar mi leche en mi boca. Mi papa me embistió fuerte y rápido
hasta que mi pene empezó a desencadenar un infierno de semen Diez disparo
inundaron mi boca y mi rostro. Me ordeno mantenerla ahí y se masturbo frente a
mi cara hasta que acabo dentro de mi boca y me hizo tragarla con la boca
abierta mientras él veía como mi boca llena de leche de hombre se drenaba en mi
estómago.
-Papi… Me encanta ser tu putita.
-Y a mí me encanta que seas mi putita bonito… De ahora en
adelante serás mi putita siempre ok?
-Si papi… -Respondí dándole un beso, haciéndolo saborear
nuestras corridas en mi boca.
Después de eso él se levantó y agarro de la mesita de
noche algo que no había visto antes. Me empezó a poner algo en el pene y cuando
termine pude divisar lo que era. Me había puesto una jaula de castidad. Mi pene
se veía triste y encerrado. Pero había algo que me gustaba de la situación. Me
dijo que no podría tener lechita sino hasta que el me dijera. Me dijo que de
ahora en adelante cuando él llegue quiere verme en cuatro patas en las
escaleras con un collar de perrito y su correa respectiva. El me llevaría
gateando a su habitación donde me cogería el culito y la boca todos los días.
Yo acepte feliz. Y así lo hice.
Quería que mi papi fuera feliz. Y me hacía feliz que él
me usara. Aunque no me dejara acabar muy a menudo. Me dio una tarjeta de
crédito que solo me permitía usar para comprarle juguetes para usar conmigo en
internet. En un mes gaste casi dos mil dólares en juguetes. Todos y cada uno de
ellos fueron bien usados el mismo día que llegaron y varias veces más.
Después de tres meses de este encuentro él me dijo que
quería que le hiciera un juguete yo mismo. Me permitió usar la tarjeta de
crédito para comprar los materiales. Me fui al sótano y empecé a buscar cosas
para usar en lugar de comprar cosas nuevas. Quería gastar mi dinero en cosas
profesionales, no en materiales para hacer juguetes para inexpertos.
Mientras buscaba me sentía frustrado. Quería hacer el juguete
perfecto, pero no veía nada que me fuese útil. Decidí encender la luz puesto
que la luz de las escaleras era muy tenue. Al encender la luz tuve una epifanía.
No necesitaba COSAS para hacer el juguete perfecto. Corrí y le dije a mi papa
que no entrara en el sótano hasta que yo terminara de trabajar en mi juguete.
El acepto y me permitió trabajar en secreto. Esos días desobedecí muchas veces.
Se suponía que mientras mi papa no estaba yo tenía que limpiar los juguetes
usados el día anterior. Ponerlos en la caja y dejar la caja en el armario.
Arreglar la habitación, lavar la ropa de papa, hacer mi almuerzo puesto que ya
que iba a ser la putita perfecta no me iba a pagar a alguien para que me
hiciera la comida. Tenía que asearme lo mejor que podía y permanecería desnudo
todo el tiempo. Antes de que el llegara a casa tenía que estar arrodillado
frente a las escaleras, mostrándole mi culito limpio y sosteniendo la correa en
el aire para que el me guiara a nuestra habitación. Lo único que tenía
permitido vestir era mi collar con un tag que decía “Bonito” y mi jaula de
castidad. Pero mientras trabajaba en mi juguete se me olvidaban las cosas. A
veces él llegaba a casa y yo seguía en el sótano. Así que no jugábamos ese día.
Eso me hacía muy triste porque me hacía ver como usaba su fleshlight de
castigo y me hacía ver como
desperdiciaba la lechita en el suelo. No me permitía lamerla ni acercarme a
ella. Después de eso me iba a preparar la cena. También se me olvidaba almorzar
y si se me olvidaba el haría mi almuerzo, pero de bebida solo me daría de su
pis. No me molestaba beberme su pis. Me gustaba. Pero me gustaba cuando me tenía
atado a la ducha y me dejaba acabar, no para beber en la cena. SI no arreglaba
su habitación o los juguetes me quitaban mi collar. Me encantaba mi collar. Me hacía
sentir valorado y que me querían. Que tenía un propósito. Y el sabia eso. Ese
era el peor castigo de todos. Y a todos y cada uno les agregaba una buena
sesión de nalgadas. Siempre. Y dolían.
Pero si es muy bueno no es eterno. Los seis meses pasaron
y yo me tenía que ir. Faltaba una semana para mi viaje a casa de mama y aún no
había terminado mi juguete. El día anterior a mi vuelo mi papi me dijo que
quería hacer algo especial para mí. Un ritual cada seis meses. Para decir
“Hasta pronto”
Me llevo a su habitación como siempre, en cuatro patas.
Siempre que tenía mi correa lo seguía en cuatro patas. Me acostó en nuestra
cama y me quito mi jaula de castidad. Un mes sin haber derramado mi lechita.
Una eternidad cuando permaneces desnudo. Mi padre lubrico mi pene y me puso
Pinzas en mis pezones. Me dijo que esta noche iba a ser especial. Se sentó
sobre mi abdomen y masturbo mi pene hasta que estaba durito. Mis manos tras mi
cabeza y su lengua en mi boca. Entonces sentí como si mi pene estuviese
entrando en un agujero. Mire a mi papa y me di cuenta. Me estaba follando el
culito velludo de papa. Empezó a cabalgarme con gemidos y un rango variado de
frases de excitación. Desde “Que rico se siente tu pene dentro mío bonito.”
Hasta “Quiero que me llenes hasta los pulmones de tu leche putita!” Entre
gemidos y gritos.
Su cabalgada se aceleró. Arranco las pinzas de mis
pezones y apretó mis pezones con fuerza. Me encanto tanto que hiciera eso que
me hizo drenar mi próstata con un mes de leche acumulada. Pegue un grito de
placer mientras eyaculaba en su intestino. Mi fuerza y adrenalina se duplicaron.
Levante a mi padre y lo tire en la cama mientras aun acababa dentro de él y una
vez en su cama lo embestí varias veces. Todo en aras del orgasmo perfecto. Al
terminar me tira a su lado y el me pidió que bebiera mi leche. Abrí mi boca y él
se sentó en mi cara. Empezó a expulsar mi leche limpia de su recto. Sabía bien.
Sabía a semen de púber. Después me hizo beberme su pis. Y cuando termine se
masturbo en mi cara y eyaculo en mi garganta. Esa noche dormimos acurrucados el
uno contra el otro. El me abrazaba y yo abrazaba un peluche que él me había
regalado, con forma de perrito. Ese peluche me recordaba de quien era y para
quien vivía. Yo era la putita de mi papi. Y nadie más.
El día siguiente me vestí de nuevo por primera vez en dos
meses. Le puse un candado al sótano. Del cual la llave se venía a argentina
conmigo. Le hice prometer a mi papi que nunca abriría la puerta. Y le dije que
cuidara de nuestros juguetes.
Me subí al taxi y antes de irme él se acercó a mí y me
dio un beso en la frente. Removió mi collar y me despacho. Creo que la parte más
dura de todo este proceso fue que me quito mi collar. Creo que a él le dolió
mas ver mi cara al quitarme mi collar que a mí cuando lo hizo. Mire hacia atrás
mirando a mi papi y a mi collar. Los quería a ambos…
Me recline en la silla y pensé que tenía un consuelo. Me metí
la mano en el pantalón para tocar mi pene. Era feliz. Mi jaula de castidad
estaba ahí aun. Y la llave estaba en casa… Pasaría seis meses con la jaula.
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